El 21 de febrero se celebra la festividad de San Pedro Damián, obispo de Ostia y cardenal, doctor de la Iglesia.
Pedro Damián nació en Ravena, el último hijo de una pobre y numerosa familia. Habiendo perdido a sus padres cuando era muy niño, quedó al cuidado de un hermano suyo, quien le trató como si fuera un esclavo enviándolo a cuidar de los cerdos que tenían, en cuanto pudo aprender a caminar. Otro de sus hermanos, que era arcipreste de Ravena, se compadeció de él y decidió encargarse de su educación. Viéndose tratado por primera vez como un hijo, Pedro tomó de su hermano el nombre de Damián.
Pedro decidió abandonar enteramente el mundo y abrazar la vida monacal en otra región. Un día en que se hallaba reflexionando sobre su proyecto, se presentaron en su casa dos benedictinos de la reforma de San Romualdo, que pertenecían al convento de Fonte Avellana. Pedro les hizo muchas preguntas sobre sus reglas y modo de vida. Sus respuestas le dejaron satisfecho, e ingresó en esa comunidad de ermitaños, que gozaba entonces de gran reputación. Los ermitaños habitaban en celdas separadas, consagraban la mayor parte del tiempo a la oración y lectura espiritual, y vivían con gran austeridad.
Con el tiempo, sería elegido prior y reorganizaría el monasterio inspirando un resurgir de nuevas casas en las zonas colindantes.
En el año 1057, el Papa Esteban IX lo nombró Cardenal y Obispo de Ostia (que es el puerto de Roma). El humilde sacerdote no quería aceptar estos cargos, pero finalmente lo hizo por obediencia al Santo Padre.
Precisamente como muestra de su obediencia, aceptó el mandato del Sumo Pontífice que lo envió a Ravena a tratar de lograr que esa ciudad hiciera las paces con el Papa. Lo consiguió, y al volver de su importante misión, al llegar al convento sintió una gran fiebre. Murió santamente el 21 de febrero del año 1072. Inmediatamente la gente empezó a considerarlo como un gran santo y a conseguir favores de Dios por su intercesión.
El Papa lo canonizó y lo declaró Doctor de la Iglesia en 1828, por los elocuentes sermones que compuso y por los libros tan sabios que escribió.