Su fiesta litúrgica se celebra el 15 de febrero.
Hermanos nacidos en Brescia (Italia), provenientes de una de las más importantes familias de esa ciudad. Faustino y Jovita se comportaron como auténticos apóstoles, y enfrentaron con mucho valor la persecución. Sin duda sus corazones estuvieron contagiados de ese impulso inicial de la Iglesia naciente y en formación. Ambos dieron la talla en defensa de la comunidad cristiana de Brescia, en tanto que el obispo de la ciudad se había escondido por temor.
El celo pastoral de los hermanos despertó la furia de los paganos, quienes hicieron lo posible para que fueran capturados. Uno de ellos, llamado Julián, los aprehendió y entregó a las autoridades. Fueron torturados y enviados a Milán, Roma y Nápoles, desde donde volvieron finalmente a Brescia.
El plan era usarlos de escarnio y disuadir a otros de que se hagan cristianos. Sin embargo, durante la travesía, los santos bautizaron a una multitud de gente.
En vistas de que ni las torturas ni las amenazas consiguieron doblegarlos, el emperador Adriano, que se hallaba de paso por Brescia, ordenó que fueran decapitados.
La ciudad de Brescia los venera como sus principales patronos y conserva sus reliquias hasta hoy.