El 13 de febrero se celebra la festividad de San Benigno.
Su vida transcurre en torno al siglo III. Hombre de probadas virtudes, se convierte en un celoso propagador de la Fe, cuyo objetivo prioritario es la difusión del Reino. Esto hace que el Obispo Ponciano reconozca en él un verdadero hombre de Dios. Poco después fue ordenado sacerdote, colaborando con Ponciano en el gobierno de la grey encomendada.
Por entonces la persecución de Maximiano y Diocleciano se agrava, pero esta situación hace reafirmarse más en el ejercicio de su apostolado a Benigno que desgasta la vida asistiendo a los cristianos que sufren y dando de comer a los necesitados. Incluso logró de Dios la gracia de estar cerca de los que iban a ser martirizados, confortándoles en la adversidad. Lleno del Espíritu Santo, predica la conversión con la idea de atraer a la Verdad a los adoradores de ídolos. Así comienza a explicar que las divinidades romanas son falsas, poniendo en entredicho el culto que se les daba. De esta forma invita a descubrir al Señor Jesús, el Único al que deben servir. Todo esto hace que le arresten y le obliguen a apostatar de sus creencias. Ante su negativa, le aplican diversidad de suplicios y castigos, decretando que sea decapitado, sentencia que cumplirán en el año 303.