El 30 de diciembre celebramos la festividad de San Félix I, Papa.
A principios de 269 sucedió al Papa San Dionisio como cabeza de la Iglesia Romana. Alrededor de esta época llegó a Roma, dirigido al Papa Dionisio, el informe del Sínodo de Antioquía, el cual ese mismo año había depuesto al obispo local, Pablo de Samosata, por sus enseñanzas heréticas referentes a la doctrina de la Trinidad (ver Antioquia). Una carta, probablemente enviada por Félix a Oriente en respuesta al informe sinodal, que contenía la exposición de la doctrina de la Trinidad, fue, más tarde interpolada a favor de su secta por un seguidor de Apolinario. Este documento apócrifo fue enviado al Concilio de Éfeso en 431 (Mansi, “Coll. conc.”, IV, 1188; cf. Harnack, “Geschichte der altchristlichen Literatur”, I, 659 sqq.; Bardenhewer, “Geschichte der altchristlichen Literatur”, II, 582 sq.). El fragmento conservado en las Actas del Concilio hace especial énfasis en la unidad e identidad del Hijo de Dios y el Hijo del Hombre en Jesucristo. El mismo fragmento presenta al Papa Félix como mártir; pero este detalle, el cual está presente también en la biografía del Papa en el “[Liber Pontificalis]” (Ed. Duchesne, I, 58), no está apoyado por ninguna evidencia auténtica anterior y se debe evidentemente a una confusión de nombres. De acuerdo con la nota en el “Liber Pontificalis”, Félix construyó una basílica en la Vía Aurelia; la misma fuente también añade que él fue enterrado allí (“Hic fecit basilicam in Via Aurelia, ubi et sepultus est”). Este último detalle es un error evidente, ya que el calendario romano de fiestas del siglo IV dice que el Papa Félix fue enterrado en la Catacumba de San Calixto en la Vía Apia (“III Kal. Januarii, Felicis in Callisti”, se lee en el “Depositio episcoporum”). La declaración del “Liber Pontificalis” relacionada al martirio del Papa resulta, evidentemente, de una confusión con el mártir romano del mismo nombre enterrado en la Vía Aurelia, y sobre cuya tumba se construyó una iglesia. En el antedicho “Feriale” romano o calendario de fiestas, el nombre de Félix aparece en la lista de obispos romanos (Depositio episcoporum), y no en la de los mártires.
La observación en el “Liber Pontificalis” le adjudica a este Papa un decreto por el cual las Misas debían celebrarse sobre las tumbas de los mártires (“Hic constituit supra memorias martyrum missas celebrare”). El autor de esta entrada estaba aludiendo evidentemente a la costumbre de celebrar el Santo Sacrificio en privado, en los altares cerca o sobre las tumbas de los mártires en las criptas de las catacumbas (missa ad corpus), mientras que la celebración solemne de los Sagrados Misterios siempre se realizó en las basílicas construidas sobre las catacumbas. Esta práctica, todavía en uso al final del siglo IV (Prudentius, “Peristephanon”, XI, vv. 171 sqq), aparentemente data del período cuando se construyeron en Roma las grandes basílicas sacramentales, y debe su origen a los solemnes servicios conmemorativos de los mártires, realizados en sus tumbas en el aniversario de su entierro, tan temprano como en el siglo III. Probablemente Félix no proclamó tal decreto, pero el compilador del “Liber Pontificalis” se lo atribuyó a él porque él no hizo ningún cambio en las costumbres de su época. De acuerdo con el detalle antes mencionado del “Depositio episcoporum”, Félix fue sepultado en la catacumba de san Calixto el 30 de diciembre.