José Alberto Fernández, que fue ecónomo de la Diócesis, llega a este pueblo para colaborar en la tarea pastoral del párroco D. Antonio Antúnez. La Eucaristía fue presidida por Mons. Gil Tamayo.

Desde este mes de septiembre, la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora de La Zubia tiene un nuevo copárroco, que desarrollará su labor pastoral junto al párroco desde hace muchos años D. Antonio Antúnez, quien también es arcipreste en el Arciprestazgo de Sierra Nevada y está próximo a la jubilación.

Foto: Miguel Gutiérrez de Diego

El nuevo párroco in solidum es D. José Alberto Fernández Pérez, que se traslada desde la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores en la ciudad de Granada, tras los nombramientos que en este mes de septiembre entran en vigor, efectuados el pasado mes de julio por el arzobispo Mons. José María Gil Tamayo.

La Eucaristía, que tuvo lugar el pasado día 16, con la que el nuevo copárroco inicia su oficio en La Zubia fue presidida por el arzobispo Mons. Gil Tamayo, concelebrada por ambos sacerdotes y a la que asistió el Pueblo de Dios que quiso acompañar así al nuevo presbítero en su parroquia.

En la liturgia, el presbítero renovó sus promesas sacerdotales, recibió el Evangelio, cuya Palabra de Dios proclama en cada Eucaristía y celebración, y accedió a la cátedra y al confesionario, donde administrará el Sacramento del perdón de los pecados.

AGRADECIMIENTO

En sus palabras pronunciadas durante la homilía, Mons. Gil Tamayo dio las gracias a D. Antonio Antúnez y a la comunidad de agustinos recoletos por su servicio pastoral en La Zubia y “el impagable servicio de estos hermanos mayores que están al pie del cañón y gracias a ellos podemos mantener el servicio pastoral en la Diócesis”.

La comunidad de fieles en la Eucaristía de la llegada del nuevo copárroco. Foto: Miguel Gutiérrez de Diego.

Respecto a la llegada del copárroco, D. José María, quien recordó también a las personas de vida consagrada y agradeció a todos su tarea por “mantener ese sentido de parroquia y comunidad”, subrayó que “no se trata de quién manda más, sino quién sirve mejor”. El arzobispo recuerda así el mandato de Jesucristo, que no ha venido a ser servido, “sino a servir”. “La vida del sacerdote es una vida entregada. Nuestra vida está a disposición de Dios y de la Iglesia”, señaló el arzobispo.

A ambos párrocos les indicó el camino de trabajo conjunto: “Ayudarse entre sí, primero con ese testimonio sacerdotal de unión, de concordancia, porque es al Pueblo de Dios a quien servimos en el nombre del Señor”.

ORACIONES POR LAS VOCACIONES

Mons. Gil Tamayo pidió a la comunidad de fieles una buena acogida para D. Alberto Fernández Pérez, quien, además de párroco en Nuestra Señora de los Dolores, fue ecónomo diocesano y ha participado en los consejos de gobierno de la Diócesis.

Asimismo, invitó a los fieles a elevar súplicas a Dios, para que aumenten las vocaciones en nuestra Archidiócesis de Granada.

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