D. Javier continuará siendo arzobispo de Granada hasta su renuncia, por motivos de edad, y hasta que el Santo Padre disponga después. Será enconces cuando D. José María asumirá la sede episcopal como arzobispo diocesano y D. Javier como arzobispo emérito. En esta entrevista, emitida en COPE Granada y COPE Motril, en el informativo diocesano “Iglesia Noticia”, D. Javier nos habla del ministerio episcopal y de la acogida fraterna en la Archidiócesis.
– Cómo ha acogido este nombramiento. Cómo se siente en estos momentos.
Me siento como un privilegiado. Ha sido para mi un privilegio servir a la diócesis de Granada durante estos años. Lo es. La seguiré sirviendo mientras Dios quiera, como arzobispo diocesano, después como arzobispo emérito. Ni tengo otro amor en mi vida, ni lo voy a tener. Pero, el que el Santo Padre haya querido concederme esta ayuda y en este momento lo percibo como un regalo especial de la Iglesia, de quien he recibido todo lo que soy y todo lo que tengo. Y por lo tanto, lo vivo con mucho gozo.
– Qué es un arzobispo coadjutor.
Es una palabra derivada del latín, como tantas del lenguaje eclesiástico. Es el que ayuda junto con el arzobispo diocesano, o “adjutor”, su misión ahora en esta primera fase en el cumplimiento mejor de mis responsabilidades como arzobispo. Yo había pedido ya hace años un arzobispo auxiliar, porque creía que una diócesis con la complejidad institucional y riqueza de vida cristiana que tiene Granada, y luego siendo además arzobispo metropolitano me parecía muy necesaria es ayuda para la escasa capacidad de mis fuerzas. Y el Santo Padre ha querido hacerlo en este año y se lo agradezco inmensamente. También es un momento en el que por diversas circunstancias mis fuerzas han sido menores y se hace más obvio la necesidad. Yo lo agradezco. Y feliz. Feliz de tener que seguir sirviendo a la Diócesis de Granada. Feliz de que la Iglesia disponga de mi vida como quiera, también. Y feliz de tener una ayuda que, además, a diferencia cuando el arzobispo se retira y luego hay que esperar a que venga un arzobispo nuevo siempre se generan quinielas y cosas así que enturbian un poco la vida de la Iglesia, que no es para ese tipo de cosas, pues me da una alegría muy grande saber ya desde este momento quién es mi sucesor.
– Cómo trabajan dos arzobispos mano a mano en una diócesis.
Si están en comunión, trabajan con un solo corazón y una sola alma. Y yo haré todo lo que esté en mi mano, para que podamos estar en una comunión muy grande, lo más perfecta que sea humanamente posible. Yo recibo a José María con los brazos abiertos. Y encantado. Sé que tiene unas riquezas y unos valores, y unas capacidades distintas que las mías y que yo no tengo, pero que eso no limite, sino al revés, que se desarrolle, que florezca y que crezca lo más posible para el bien de la Iglesia de Granada.
– Cómo es la Diócesis que se va a encontrar D. José María.
Yo lo he dicho siempre, y lo llevo diciendo casi 20 años. Primero, que la Diócesis de Granada es una Diócesis preciosa (que Dios a mi no me ha confiada nada que no sea lo mejor), que tiene un pueblo cristiano conmovedor, que se ha puesto de manifiesto en el confinamiento, se pone de manifiesto en la vida de sus hermandades, se ha puesto de manifiesto muy recientemente en el Corpus. Y eso es un tesoro que cualquier obispo desea cuidar lo mejor que pueda y lo mejor que sabe. Ese es el pueblo cristiano. La Iglesia es el pueblo cristiano. La Iglesia no son estructuras pastorales. La Iglesia es el pueblo cristiano guiado por sus sacerdotes y por la cabeza de la Iglesia que es el pastor. Y este pueblo cristiano es bellísimo. No puedo mas que dar gracias por él. A mi me tiene enamorado. Se ríen a veces hermanos míos obispos o se ríen otras personas que dicen “a D. Javier no se le puede hablar mal ni de Granada ni de la Diócesis de Granada, porque siempre dice que es la Esposa que Dios le ha dado y que Dios no le ha dado a él nunca nada que no sea lo mejor”.
– La llegada del arzobispo coadjutor es una oportunidad para recordar o aprender qué es la sucesión apostólica en la Iglesia.
Significa que la experiencia del encuentro con Cristo que tuvieron los apóstoles, que contiene la realidad de la Salvación en el Acontecimiento de Cristo, se transmite de generación en generación por un hecho físico que es la imposición de las manos y que transmite el don del Espíritu, para el perdón de los pecados, por ejemplo, que es una de las misiones más importantes del Señor y es una de las misiones más importantes de la Iglesia. Y Cristo, en uno de los primeros encuentros con los apóstoles, les dice “recibid el Espíritu Santo –le impuso las manos- y a quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados, y a quienes se los retengáis les quedan retenidos”. Quién puede perdonar los pecados mas que Dios, decían cuando el Señor había concedido el perdón de los pecados al paralítico. La vida que Cristo nos da, que es la vida divina, que nos la da con su Espíritu se conserva intacta de generación en generación, y esa vida incluye la enseñanza, incluye el Credo (que no está en nuestras manos tocar), incluye la liturgia, donde se comunica a través de los sacramentos la vida divina, e incluye el régimen que, mediante la obediencia, hace del pueblo cristiano, en medio de las naciones, en medio de este mundo, tal como es y que amamos, además, tal como es, pues un pueblo distinto, un modo de vida y de relacionarse distinto de cualquier tipo de organización del mundo, desde una organización para el cultivo de la música del clarinete o una organización mucho más amplia como es el estado nacional o nación.
– Cómo ha vivido sus lemas, de ordenación sacerdotal y episcopal, desde su ministerio, en el día a día, con el pueblo de Dios. Recordemos su lema sacerdotal: “Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús”. Y su lema episcopal: “La verdad os hará libres”.
Yo diría más bien, cómo he tratado de vivirlos. La primera frase es una frase de San Pablo, que decía “todo lo tengo por pérdida” y yo en mi conciencia también. Es decir, Cristo es mi único tesoro, que lo he recibido de la Iglesia y en la Iglesia. Y Cristo es lo único que yo quiero comunicar y la vida de Cristo, la vida de fe, de esperanza, de amor; que Cristo enriquece la humanidad de los hombres. Y todo lo que no sea eso no me interesa o sólo me interesa en función de eso, de comunicar esa vida. Que es lo que el mundo más necesita y en estos momentos se hace cada vez más patente. Cuanto más secular o secularizada es nuestra sociedad, tanto más necesita de Cristo, y necesita de la fe y de la esperanza. La esperanza, ese tesoro tan frágil, que nos es dada en Cristo a raudales para poder afrontar cualquier circunstancia sabiendo que la victoria final es del amor de Dios, y que no tenemos por lo tanto nada que temer en este mundo. Ese tesoro son los que el hombre necesita. Pero los necesita aquí, los necesita en Japón, los necesita en Tanzania, y en todas partes.
– Qué diría a los granadinos para esa acogida fraterna del nuevo arzobispo coadjutor.
Que lo acojan con los brazos abiertos como yo lo acojo, como quien viene en el nombre del Señor. Y en el nombre del Señor, él os seguirá comunicando, primero conmigo y luego ya sin mí, a Cristo y a la vida de Cristo, que es el contenido de la Iglesia y de la Tradición cristiana. Que cooperéis con él, abierta, sencillamente. Con sencillez. Cuanto más sencillamente humanas sean nuestras relaciones en el seno de la Iglesia, más mostramos la novedad que la Iglesia es en un mundo como el nuestro.
Paqui Pallarés
Delegada de Medios de Comunicación Social
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