Queridos hermanos y hermanas musulmanes:
Tras este mes de Ramadán, que habéis vivido con profundo espíritu de oración, ayuno y limosna, y, al acercarse su final con la celebración del ‘Id al-Fitr, queremos manifestaros nuestro agradecimiento por ser testigos, junto a nosotros y a todos los creyentes, de la Providencia de Dios en medio de nuestro mundo.
Este año han coincidido en el tiempo las fechas de las fiestas principales de las religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam. Siguiendo nuestra propia tradición religiosa, hemos podido elevar simultáneamente nuestro espíritu al Creador e invitar a nuestros fieles a acoger el mensaje universal del amor de Dios.
Nuestras celebraciones se han visto ensombrecidas por el drama de la guerra que azota Europa y tantos otros lugares del planeta, especialmente en Próximo Oriente. Con el Papa Francisco declaramos que “la guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal” (Fratelli tutti, 261). Y elevamos nuestra oración a Dios Todopoderoso para que ponga fin a todo tipo de violencia, acoja en su misericordia a las víctimas y consuele el dolor de sus familiares y amigos.
El Dios liberador, el Dios de la Vida, el Dios Clemente y Misericordioso, nos sigue animando a caminar por senderos de fraternidad, que nos permitan edificar sobre sólidos cimientos una “cultura del encuentro” que renueve nuestra esperanza y nos aleje de la violencia, la guerra, la injusticia y todo aquello que atente contra la dignidad del ser humano y la sacralidad de la vida.
Francisco Conesa Ferrer
Presidente de la Subcomisión Episcopal para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso