Fecha de publicación: 13 de febrero de 2022

Pablo Loc, nacido en An-Nhom, estudió primero en el seminario de Cai-Nhum y después en el de Penang durante seis años. Volvió a su patria y ejerció el oficio o ministerio de catequista, con tanto celo y entrega que, en un solo año de permanencia, logró ganar para la fe a más de doscientas personas. Después consiguió plaza para enseñar en el colegio de Tu-Duc, e inmediatamente fue llevado a Thi-Nghe donde adquirió tanto prestigio como profesor y educador que el Obispo le ordenó de presbítero en 1857 y le confió la dirección del colegio.

Eran los momentos álgidos de la persecución. La llegada de la flota francesa a Tourane con la intención de proteger a los misioneros, azuzó las iras de los mandarines. Pensando que los cristianos indígenas harían causa común con sus correligionarios extranjeros invasores, decidieron exterminarlos a todos antes de que ellos llegaran. El colegio de Thi-Nghe se quedó vacío y los misioneros se refugiaron en otros lugares. Pero Pablo no tardó en retornar para poder tener noticias de sus jóvenes alumnos. Allí lo localizaron y lo prendieron. En los distintos interrogatorios supo responder con tanto aplomo y sabiduría que los mandarines, en un primer momento, pensaron en absolverlo y hasta llegaron a ofrecerle, si apostataba, el puesto de secretario primero en la prefectura. Pero todo intento fue inútil ante su firmeza en profesar la fe, por lo que le condenaron a muerte y le decapitaron fuera de la ciudad el día 13 de febrero de 1859. Fue beatificado en 1909 y canonizado con los demás mártires del actual Vietnam en 1988.