Recientemente, el Curso “Amor humano, matrimonio y familia”, de la Pastoral diocesana de Familia, dedicaba una de sus sesiones en el nuevo curso semestral a la política. Su título es “Amar en política. El evangelio de la gestión pública” y sobre este tema, ofrecido en el citado Curso, conversamos con quien lo impartió, Luis Antonio Rodríguez Huertas, licenciado en Teología y miembro de Fundación para la Ciudadanía Global. Esta entrevista fue emitida en el programa “El Espejo”, en COPE Granada y COPE Motril, que puede volver a escucharse en internet en este enlace: https://www.archidiocesisgranada.es/media/com_podcastmanager/14.01.2022._EL_ESPEJO_GRANADA.mp3
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— ¿Es posible amar en la política?
Precisamente, lo que pretende el título es eso. Genera una disonancia cognitiva en los que lo oyen. Parece que son palabras que están peleadas. Cuando el desafío como cristianos, como evangelizadores, en cualquiera de las realidades que nos toque, tanto en la familia como cualquier otra, es precisamente poner amor en todo lo que hacemos. Pero si estamos en política, no puede ser de otra manera que bajo la óptica del amor. Y de hecho, en la reciente Encíclica del Papa Francisco, Fratelli tutti, también esto está claro. Incluso hay un título que es así: “El amor en política”.
De hecho, uno de los objetivos que nos planteamos en el encuentro (ndr. en esta sesión formativa del Curso Amor humano, matrimonio y familia) es descubrir que la política puede ser algo bonito, bello, además de muy alienado con el mensaje evangélico.
— Pero lo que nos llega de la política y de nuestros políticos es todo, menos lo que nos estás contando.
Claro. Tenemos muchas cosas en contra. No partimos de cero, sino que partimos de menos cien. Pero, por eso, hay que poner quizás más pasión en hacer descubrir la verdad de todo esto. Porque al política, al fin y al cabo, es una herramienta al servicio de la humanidad, en su construcción fraterna, de las mejoras de las condiciones de vida de los seres humanos y, en modo particular, de aquellos vulnerables. Y eso no puede ser feo, ni puede ser algo que identifiquemos con cosas que son perniciosas. Esa política puede ser sana o se puede llevar a prácticas insanas: la corrupción, los populismos… En cualquier caso, nuestra pretensión, nuestra idea, nuestro desafío, el reto es que la política debe estar al servicio de la humanidad, puede estarlo; y cuando se consigue, merece muchísimo la pena. Hay que encontrar claves.
En este encuentro vamos a partir de descubrir cómo la evangelización tiene una dimensión política. El mismo Jesús tuvo también alguna actitud política en su momento, o con personajes con tintes políticos, bajo el prisma de la misericordia, del amor, del encuentro con el ser humano. Todo esto nos atañe. Ya san Pablo VI en su Evangelii Nuntiandi, en el año 75, nos recordaba de modo particular a los seglares que uno de los lugares del campo de evangelización, basto y complejo, es la política, y lo ponía en primer lugar. Todos aquellos que nos sentimos en el corazón tocados por el Señor, con el Evangelio, y nos sentimos urgidos a no dejar esto en los espacios de intimidad, sino también llevarlo a nuestra vida pública, pues tenemos esto dentro de la vida pública como una de las plataformas que debe estar, dentro de lo posible, en lo que nos involucremos.
— Cuáles son las claves para una política así.
Son claves muy evangélicas y, hoy en día, muy necesarias, por esto que hablamos de lo defenestrada que está la política. Son claves que se recogen en la Doctrina Social de la Iglesia, de san Pablo VI, san Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco…
La cultura del encuentro, por ejemplo. Qué necesitada está hoy nuestra política de facilitar encuentros, de tender puentes y no de poner muros; de ser capaz de mirar al otro, al contrincante ideológico como un hermano y con el que queremos hacer un camino de búsqueda de la verdad para la mejora la sociedad, por la búsqueda conjunta del bien común.
La búsqueda de la verdad, donde huimos de intereses electoralistas, partidistas y nos ponemos todos a encontrar aquello que realmente satisface los deseos de la humanidad, en cualquiera de sus ámbitos. La cultura también del trabajo y la amistad, en corresponsabilidad: trabajo compartido. Tú y yo podemos ser diferentes en muchos planteamientos, pero hay cosas que nos unen y desde ahí vamos a construir juntos.
La clave que debe reinar es el amor. En cualquier cosa, cuando metemos el amor, bien entendido, no como un sentimiento intimista, sino como algo que es motor, transformador, que busca el bien del prójimo las cosas cambian. El valor supremo que debe regir la acción política, máxime si somos cristianos, es la acción desde el amor.
— En el encuentro del curso también tiene como título “El evangelio de la gestión pública”. Esto cómo se casa.
Evangelio tiene su raíz griega, que significa “Buena noticia”, y estamos llamados a hacer una “buena noticia” de la gestión pública, que pasa por la búsqueda de la verdad como decía, por la búsqueda del bien común, por dar una prioridad a aquellos que son –como dice el Papa Francisco- los descartados. Como cristianos que nos metamos en política no podemos dejar de lado la confianza esperanzada en que podemos conseguir transformaciones, cambios que ayuden a una mejor vivencia, a una mejor gobernanza, a una construcción aquí y ahora en lo que nos toca del Reino de Dios. Ese es el Evangelio de la gestión política: conseguir que lo que hagamos desde esa plataforma, que es necesaria e inapelable, la esperanza es que eso se convierta en una buena política. Y cuando demos la vuelta a muchas de las prácticas que tenemos, en lugar de hablar de polarización o de rechazo de extremismos, hablemos de integración, de búsqueda conjunta, de fraternidad, de priorización de aquellos que son los últimos y no son atendidos.
Más allá de lo que hagan nuestros políticos, que es importante, ¿hay una política que pueden practicar las personas en su vida cotidiana?
Somos seres políticos. Decía Benedicto XVI que la caridad no sólo se vive en las micro relaciones, sino también en las macro relaciones. Estamos hablando de caridad en política, por lo tanto los seres humanos como políticos podemos incidir en la transformación de lo macro, de lo grande, de lo social. Pero pasa por lo pequeño. Una cosa muy sencilla es cambiar nuestra forma de dialogar sobre temas políticos. Estamos tan acostumbrados a demonizar al contrario, a ese que vemos como representante de una ideología diferente a la mía, que necesitamos y es urgente rebajar el nivel de tensión en las comidas familiares, de amigos, en el trabajo, para, juntos, buscar soluciones y no echar más leña al fuego.
Hay que racionalizar la política, que significa que, incluso el que es distinto a mi, puede tener también lucidez o ideas que pueden ayudar a mejorar la vida de los ciudadanos. Cuando nos llegue algo y con lo que a priori no estemos de acuerdo, preocupémonos primero de ser rigurosos, de ver si es verdad o mentira. Sabéis que hay muchas fake news y se filtran muchas noticias con el objetivo de ensuciar la imagen del contrario. Preocupémonos de saber si es verdad y sacar de aquello algo bueno sin renunciar a nuestros principios, pero, como decía, tendiendo puentes y no poniendo muros, que sólo hace fractura y genera un futuro más feo.
Paqui Pallarés
Delegada de Medios de Comunicación Social
Entrevista emitida en el programa “El Espejo”, en COPE Granada y COPE Motril