Cada 17 de enero, festividad de San Antón, la Alpujarra granadina conmemora con celebraciones, procesión y hogueras la figura de este santo, patrón de los animales y de localidades como Soportújar donde su parroquia de Santa María La Mayor acogerá una Eucaristía dedicada al también conocido como San Antonio Abad.
Este año, debido a las circunstancias de la pandemia, la celebración tendrá lugar con una Eucaristía en el templo el próximo domingo, día 23, a las 13 horas. Posteriormente se procederá a la bendición de mascotas y animales en la plaza junto a la parroquia.
Aunque en esta ocasión no habrá procesión, los fieles de Soportújar siguen venerando a su patrón: “La Alpujarra granadina profesa mucha devoción a San Antón, su festividad se celebra con alegría con la Eucaristía, la procesión, hogueras, rifas, música y comidas compartidas que son toda una tradición en esta zona”, asegura D. Alfonso Aguilar, párroco de Soportújar.
Asimismo y con respecto a la figura de este santo, el sacerdote destaca que “San Antón es un santo cuyo ejemplo es muy actual hoy en día, en su vida podemos entender la llamada a la vivencia desprendida de las cosas materiales y de los bienes para buscar las cosas del cielo aún en medio del mundo y de la vida cotidiana del laico”.
SAN ANTÓN, PADRE DEL MONAQUISMO Y SANADOR DE ANIMALES
San Antón nació en el Alto Egipto. Se cuenta que alrededor de los veinte años de edad vendió todas sus posesiones, entregó el dinero a los pobres y se retiró a vivir en una comunidad local haciendo ascética, durmiendo en un sepulcro vacío. Luego pasó muchos años ayudando a otros ermitaños a dirigir su vida espiritual en el desierto, más tarde se fue internando mucho más en el desierto, para vivir en absoluta soledad.
De acuerdo a los relatos de su biógrafo san Atanasio, San Antón fue reiteradamente tentado por el demonio en el desierto. Estas tentaciones han sido representadas por numerosos pintores como Goya.
Su fama de hombre santo y austero atrajo a numerosos discípulos, a los que organizó en un grupo de ermitaños junto a Pispir y otro en Arsínoe. Por ello, se le considera el fundador de la tradición monacal cristiana. Sin embargo, nunca optó por la vida en comunidad y se retiró al monte Colzim, cerca del Mar Rojo como ermitaño. Abandonó su retiro en 311 para visitar Alejandría y predicar contra el arrianismo.
Con respecto a su patronazgo con los animales, se cuenta que en una ocasión se le acercó una jabalina con sus jabatos (que estaban ciegos), en actitud de súplica. Antonio curó la ceguera de los animales y desde entonces la madre no se separó de él y le defendió de cualquier alimaña que se acercara. Pero con el tiempo y por la idea de que el cerdo era un animal impuro se hizo costumbre de representarlo dominando la impureza y por esto le colocaban un cerdo domado a los pies, porque era vencedor de la impureza.
Se afirma que Antonio vivió hasta los 105 años.
María José Aguilar
Secretariado de Medios de Comunicación Social