No todo el mundo pudo conducir el candil en procesión por las calles de Granada, pues hubo lista de espera a la hora de sumarse para conducir la Luz de la Paz. Parroquias de localidades como Padul, Armilla, el Valle del Lecrín o Almuñécar fletaron varios autobuses para asistir a esta cita, que llevaba dos años sin celebrarse en las calles a causa de la pandemia.
Granada volvió a escuchar villancicos al son de panderetas, guitarras y zambombas. Desde la salida en la parroquia Virgen de Gracia, todos querían sumarse a llevar la Luz hasta la iglesia madre.
“VENIMOS DE BELÉN”
“Fue un día deseado por todos. Lo celebramos anunciando por los cuatro vientos el mensaje de que el Señor viene”, dice Francisco Jiménez Molina, animador scout.
“Gente que durante el recorrido no sabía nada, preguntaba qué hacíamos y se unía. Hubo incluso una señora que, en mitad del recorrido, nos vio desde el balcón y salió del edificio con su bata para ver si podíamos darle la Luz para acompañar a unos enfermos que ella atendía”.
Esta complicidad entre parroquias, las bromas y el clima de alegría contagió al resto de granadinos, el mismo día en que había convocada una carrera nocturna en la ciudad. “A la salida, un ciudadano nos preguntaba que de dónde veníamos tan numerosos con nuestras velas, y un niño le contestó: ‘Venimos de Belén’”, nos cuenta el párroco D. David Salcedo, que acudió con un grupo de fieles de Órgiva, Torvizcón y Almegíjar. “Uno de mis feligreses me dijo, ‘¡La Iglesia está viva!’, tras haber visto esa gran comunión de alegría entre gente de toda edad y condición”.
Después de dos horas de procesión, puntuales a la cita, hacia las 20 horas, la riada de gente fue accediendo por la puerta principal de la S.I. Catedral. Lo hicieron a oscuras, reforzando la simbología de esa llama de la Natividad que brilla en mitad de las tinieblas para alumbrar a los corazones.
UNA LUZ PARA LOS NIÑOS
El Vicario General, D. Francisco Javier Espigares, fue el encargado de presidir la celebración. “Saludo afectuoso para todos vosotros, los niños, y cuando digo niños me refiero a los de 80 años, y las niñas de 60, de 20 y de 30. ¡Todos somos niños!, en lo más profundo de nuestro ser”, empezó diciendo Espigares.
Explicó así el Misterio de la Navidad como el regalo de Jesucristo que regala la filiación divina que él mismo posee, haciéndose uno de nosotros. “Jesús no vino como supermán en una bola de fuego, sino débil y pobre, en la humildad de un pesebre donde se crían las bestias. El Hijo de Dios se hizo hijo de los hombres para que nosotros nos convirtiéramos en Hijos de Dios”.
“Esta Luz de Belén será la luz más importante de la casa, porque viene del Señor y Él nos trae su paz, y quiere que estemos en Navidad junto a Él, que lo adoremos y que seamos muy felices”, terminó diciendo el Vicario, antes de invitar a un rato de oración. Así lo hizo antes de bendecir la Luz de la Paz, que fue repartiéndose a todos los fieles que abarrotaron la Catedral.
En estos días previos a la Navidad, los fieles seguirán teniendo ocasión de recoger la llama de la Navidad, que se mantendrá encendida en multitud de parroquias de la diócesis granadina.
María José Aguilar
Secretariado de Medios de Comunicación Social