Nació en Santa Fe el 20 de septiembre de 1889. Estudió en el Seminario de San Cecilio y fue ordenado el 27 de febrero de 1915. Fue coadjutor de las parroquias de Pinos Puente, Salobreña, Dúrcal y Órgiva. Cuando fue coadjutor de Dúrcal estuvo encargado de Talará. Fue beneficiado de Santa Fe y, finalmente, Coadjutor de Santa Catalina de Loja y encargado de Río Frío.
Fue detenido el 21 de julio y liberado el 23 por los que tomaron Loja durante unas horas. Fue entonces cuando lo animaron a que se fuese a Granada, pero él optó por permanecer con sus feligreses. De nuevo fue detenido el 1 (ó 2) de agosto cuando los perseguidores buscaban a otro sacerdote que también había estado encarcelado los días 21 al 23. Fue la denuncia de una joven lo que los llevó al Siervo de Dios.
Antes de llevarlo a fusilar en el cementerio lo arrojaron varias veces a un lavadero público y lo pasearon por las calles con toda clase improperios. Un cruel y triste caminar hacia el calvario. Una joven, que sería después madre de un sacerdote, con gran valentía pedía desde el balcón: No maltratéis de esa manera a un hombre bueno, que nunca hizo mal a nadie, sino todo lo contrario, y que, además, es ministro del Señor. Él os ha de pedir cuentas de su sangre un día. Es a Jesucristo a quien vosotros maltratáis. José levantó los ojos y con dulzura le dijo: Que Dios te lo pague, Asunta.
El sacerdote lojeño, que todavía vive, testificó que para mi madre el tener un hijo sacerdote había sido un don del Señor que venía de la bendición de este sacerdote. Todo terminó en el cementerio. Puesto de rodillas y con los brazos en cruz, recibió los disparos de la muerte. Sus restos están en el cementerio de Loja sin identificar. Tenía 46 años.