La catequesis a niños, jóvenes y adultos es un servicio a la Iglesia y una gran desconocida. Un servicio que forma parte de la evangelización en el mundo, en el camino de la preparación para recibir los Sacramentos de iniciación cristiana.

Entrevista a María Granados Molina, Esclava carmelita de la Sagrada Familia en la Diócesis de Granada, catequista y miembro del Secretariado de la Comisión de Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la Conferencia Episcopal Española. María también coordina la catequesis en tres pueblos de Granada: Chauchina, Láchar y Cijuela, y su experiencia en el ámbito catequético nos ayuda a comprender este nuevo ministerio instituido por el Papa y que, como ha recordado en su Carta apostólica en forma de Motu propio “Antiquum Ministerium”, es un ministerio en la Iglesia “muy antiguo”.

– Qué es un catequista y qué hace.
Un catequista es una persona llamada. Es una persona vocacionada para la transmisión de la fe. El Señor se fija en esta persona y le confía que transmita la fe, en las distintas dimensiones: en la dimensión del conocer, del celebrar, del vivir y del orar, la experiencia de encuentro con Cristo y cómo esto da razón para vivir. Lo primer que quiero es felicitar a todos los catequistas; a todos los que han sentido esta llamada de seguimiento al Señor en este carisma propio de la transmisión de la fe. Y hacer una llamada a todos a preguntarse: ¿ha podido pensar el Señor en mi para ser catequista, para hacer esta transmisión de la fe?, que es motivo de gozo de alegría, de empeño. Y más ahora con lo que el Papa también ha querido con este motu proprio destacar: la figura del catequista. Sacarlo un poco del anonimato y ponerlo en realce, no para destacar la persona en concreto, sino este servicio y esta misión que nos confía la Iglesia.

– La imagen que solemos tener, por un lado, de la catequesis es que es una actividad en la que tener “entretenidos” a los niños y, por otro, del catequista como alguien que tiene mucho tiempo libre y esto es un pasatiempo.
Para nada es eso. La misión que se le confía al catequista, y que le confía la Iglesia, es la de transmitir la fe. Los obispos en España se han preocupado de tener ese material que nos puede ayudar porque inspira todo el camino de ese proceso de iniciar en la vida cristiana por medio de los catecismos. En España, tenemos tres catecismos para ese proceso: el del despertar, que se titula “Mi encuentro con el Señor”, el siguiente, que es “Jesús es el Señor”, y el último, para la etapa de personalización de la fe, “Testigos del Señor”.

El catequista debe prepararse muy bien, que es una de las llamadas que hace el Papa en este Motu proprio, para poder hacer este servicio, para hacer esta misión que se le confía, que le haga –como dice el Papa en el texto- “testigo de la fe, maestro y mistagogo, acompañante y pedagogo que enseña en nombre de la Iglesia”. “Una identidad que sólo puede desarrollarse con coherencia y responsabilidad, mediante la oración, el estudio y la participación directa en la vida de la comunidad”.

– Al instituir el Papa este ministerio del catequista, qué avance hemos tenido, qué nos ha descubierto o qué nos ha hecho comprender mejor.
El Papa en esta Carta nos recuerda que ya Pablo VI también nos hablaba de esto en varios documentos. Tanto en una Carta Apostólica como en la Exhortación Apostólica “Evangelium Nuntiandi”, ya habla de la necesidad… Es un ministerio laical y es importante que, sobre todo yo creo, la intención del Papa seamos conscientes de la importancia que tiene este servicio en la Iglesia, este servicio en la comunidad parroquial, este servicio en los colegios católicos donde se desarrolle la catequesis, porque la figura del catequista es un referente para muchos niños, jóvenes, adolescentes, adultos. Es un referente en la vida de fe y, al final, es la persona, también en la sociedad en la que estamos, en la que muchas veces la familia, aunque pide los Sacramentos para sus hijos pero no asumen esta responsabilidad de transmitir la fe, entonces la figura del catequista es un referente. Poner en contacto. A mi me gusta mucho la imagen del catequista como lugar de encuentro, como si fuera ese espacio de encuentro de la persona con Dios, de la persona con Jesús. Entonces, qué importante es que ese lugar de encuentro esté bien preparado, esté bien acondicionado para que se posibilite ese encuentro.

– Ha mencionado el Concilio Vaticano II, con los laicos en la obra de evangelización. Qué camino hemos recorrido en estos años, en esta década, porque del Concilio Vaticano II probablemente quede todavía mucho por desarrollar, aunque se celebró hace tiempo.
Sí, yo creo que desde el Concilio y, después, el Papa san Juan Pablo II también le ha dado mucho impulso, y como bien dices, yo creo que todavía hay muchos aspectos del Concilio que necesitamos seguir estudiando y reflexionando y poniendo en marcha. Yo creo que uno de los pasos es este. La Carta del Papa continuamente hace referencia, sobre todo al documento “Lumen Gentium”, donde esa vocación laical, esa necesidad de que todos formamos parte de la Iglesia –no sólo los sacerdotes, no sólo los consagrados, sino que sois multitud los laicos-, y asumir ese compromiso, esta llamada, esta inquietud que hay en el corazón de tantos cristianos laicos para ponerse al servicio de la Iglesia. Y uno de los servicios puede ser el de ser catequista.

– El tiempo que vivimos ahora, que está marcado desde hace más de un año por la pandemia, ha influido también a la hora de poder ofrecer la catequesis. A qué retos nos podemos enfrentar a partir de ahora respecto a la catequesis, y cómo lo habéis vivido los catequistas.
Ciertamente, ha sido un reto. Ha ido un reto en todos los aspectos de la vida, también en el aspecto pastoral. Y es verdad que hemos perdido en parte esa catequesis presencial, sobre todo en algunos lugares donde ha estado el covid más presente. En nuestras comunidades parroquiales hemos podido salvar la catequesis presencial. Hemos tenido que ir reestructurando cuando comenzó el curso en septiembre. Hicimos un nuevo planteamiento a la hora de espacios y de grupos, para intentar mantener los grupos burbuja que también estaban en los colegios; espacios amplios, donde se pudiese ventilar bien; la desinfección, la mascarilla… Todos estos condicionantes, que, desde la Delegación de Catequesis de Granada, se nos hizo un elenco de lo que teníamos que cumplir para poder ofrecer la catequesis. Es verdad que también se han abierto puertas a nivel de catequesis on line.

Tenemos el reto de ir volviendo a la normalidad dentro de las circunstancias. Creo que es muy importante. Al final, desde mi experiencia como catequista y en el compartir con otros catequistas, y también con las familias y con los niños, lo que se hace por medio de las redes. Es verdad que hemos descubierto que, en circunstancias así, ha sido una bendición y damos gracias a Dios por ello. Pero, poco a poco, hemos de recuperar, porque la mirada, los gestos, celebraciones concretas que o se hacen presenciales, o no se pueden hacer. Entonces, el reto es volver, y ver cómo con lo que hemos aprendido y con lo que nos ha podido aportar esta circunstancia, a aspectos que necesitamos recuperar para esa transmisión de la fe.

Paqui Pallarés
Delegada de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada