Apenas un día después de la solemnidad del Inmaculado Corazón de María, la localidad alhameña celebró la llegada de una nueva congregación al histórico convento de las clarisas de San Diego. En esta Misa dominical se celebró la instauración definitiva de las Servidoras del Señor y la Virgen de Matará en esta casa de oración, rebautizado ahora como monasterio de la Inmaculada y de San Diego.
El Arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez, acudió a presidir esta Eucaristía que concelebró junto al párroco de Alhama, D. Víctor Manuel Valero, además de otro sacerdote de la rama masculina del Instituto del Verbo Encarnado al que pertenecen las nuevas religiosas.
Las lecturas de la liturgia del domingo, alusivas a ese grano de mostaza que cae como la menor de las semillas y crece como el mayo de los árboles sin saber cómo, no podían ser más manifiestas. “Recuerdo a un autor que decía que la Iglesia es como los grandes bosques donde siempre hay partes que parece que están muriendo y otras que van naciendo, pero el bosque está renaciendo constantemente”, dijo D. Javier Martínez, haciendo clara alusión a la convivencia que se dará ahora entre las dos ancianas hermanas clarisas, sor Francisca y sor Pilar, y las nuevas religiosas del Instituto del Verbo Encarnado.
El renuevo de este bosque se produjo el domingo con el ingreso de cuatro nuevas hermanas (la hermana Coronación, la hermana Agonía, la hermana Gaudiosa y la Hermana Gloria) en el monasterio de la Inmaculada, que se suman a las otras cuatro que llegaron el pasado mes de abril.
DESDE ROMA HASTA ALHAMA
El Arzobispo quiso recordar durante su homilía la historia de su primer encuentro con este joven Instituto durante una de sus visitas a Roma. Allí se habló de su llegada a la diócesis de Granada, que comenzó en Maracena y ahora sigue adelante con esta instauración del monasterio en Alhama.
“Desde aquel encuentro en Roma hasta hoy, toda esa historia la ha conducido la Virgen de Luján”, afirmó el prelado. “Que la historia sea ahora igual de bella, igual de hermosa, igual de fecunda y produzca frutos de amor al Señor, de reconocimiento del amor que el Señor nos tiene a esta pobre humanidad, a veces tan herida, a veces tan doliente, a veces tan mezquina y otras veces tan grande”.
“Algo que los alhameños sabéis es que un monasterio es un lugar de gracia, un lugar donde la vida divina se palpa y se toca de alguna manera en el testimonio de unas mujeres que viven para el Señor”, concluyó D. Javier.
JUNTO A ISABEL LA CATÓLICA Y EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
A esta Santa Misa, que marca un nuevo periodo en la historia de la iglesia granadina, asistieron un total de trece Servidoras del Verbo Encarnado, entre ellas, la Superiora General del Instituto, la Madre María Corredentora Rodríguez. Fue ella quien explicó un poco la historia de este Instituto, que cumple poco más de tres décadas de vida y cuyo carisma es “trabajar por la evangelización de la cultura anunciando al Verbo Encarnado, Jesucristo”.
Este Instituto religioso nacido en Argentina se sabe hijo de la fe de los migrantes españoles. “Hemos recibido mucho de España, en la época de inmigrantes. Para nosotras es un deber de gratitud como misioneras, el devolver algo de lo que hemos recibido”, dijo la Superiora, que explicó que este monasterio ha recibido una intención particular de oración como será la de reparar a las ofensas que recibe el Inmaculado Corazón de María.
Recordando un poco la historia de esta transmisión de la fe, el Arzobispo destacó que fue por Alhama de Granada por donde entró Isabel la Católica en la Reconquista española. Casualidades de la historia, las hermanas Servidoras del Señor y la Virgen de Matará se empadronaron en Alhama el mismo día del nacimiento de la Reina Isabel.
El encuentro concluyó con la bendición de un altar a San José dentro de los jardines del monasterio, como copatrono de las religiosas en el marco de la celebración de este Año Jubilar josefino.
Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada