En el Oficio de Lecturas de este sábado, hay una Lectura tan bella de un monje inglés del siglo XII, contemporáneo de san Bernardo, que pasó a Francia y se hizo discípulo de san Bernardo y fue uno de los primeros cistercienses. Es una Lectura bellísima sobre la Virgen, la Iglesia y cada uno de nosotros.
Me parece que es tan preciosa y siendo el día que recordamos a la Virgen de Guadalupe que mejor que ninguna homilía mía era leeros este pasaje. Él es conocido con el nombre de Beato Isaac de Stella:
“El Hijo de Dios es el primogénito entre muchos hermanos, y, siendo por naturaleza único, atrajo hacia Sí muchos por la Gracia, para que fuesen uno solo con Él. Pues, da poder para ser hijos de Dios a cuantos lo reciben.
Así pues, hecho Hijo del hombre, hizo a muchos hijos de Dios. Atrajo a muchos hacia Sí, único como es por Su caridad y Su poder; y todos aquellos que por la generación carnal son muchos, por la regeneración divina son uno solo con Él.
Cristo es, pues, Uno, formando un todo la cabeza y el cuerpo: Uno nacido del único Dios en los cielos y de una única Madre en la tierra; muchos hijos, a la vez que un solo Hijo.
Pues, así como la cabeza y los miembros son un hijo a la vez que muchos hijos, asimismo, María y la Iglesia son una madre y varias madres; una virgen y muchas vírgenes. Ambas son madres, y ambas vírgenes; ambas concibieron sin voluptuosidad por obra del mismo Espíritu; ambas dieron a luz sin pecado la descendencia de Dios Padre. María, sin pecado alguno, dio a luz la cabeza del cuerpo; la Iglesia, por la remisión de los pecados, da a luz el cuerpo de la cabeza. Ambas son la Madre de Cristo, pero ninguna de ellas dio a luz al Cristo total sin la otra.
Por todo ello, en las Escrituras divinamente inspiradas se entiende con razón como dicho en singular de la Virgen María lo que en términos universales se dice de la Virgen Madre Iglesia, y se entiende como dicho de la Virgen Madre Iglesia en general lo que en especial se dice de la Virgen Madre María; y lo mismo si se habla de una de Ellas que de la otra: lo dicho se entiende casi indiferente y comúnmente como dicho de las dos.
También se considera con razón a cada alma fiel como esposa del Verbo de Dios, Madre de Cristo, hija y hermana, virgen y madre fecunda. Todo lo cual la misma Sabiduría de Dios, que es el Verbo del Padre, lo dice universalmente de la Iglesia, especialmente de María y singularmente de cada alma fiel.
Por eso dice la Escritura: ‘Y habitaré en la heredad del Señor’. Heredad del Señor que es universalmente la Iglesia, especialmente María y singularmente cada alma fiel. En el tabernáculo del vientre de María habitó Cristo durante nueve meses; hasta el fin del mundo, vivirá en el tabernáculo de la fe de la Iglesia; y, por los siglos de los siglos, orará en el conocimiento y en el amor del alma fiel”.
Que así sea, de todos nosotros y de todos los fieles.
+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
12 de diciembre de 2020
Iglesia parroquial Sagrario Catedral