Y ello porque lo cierto es que, a principios del s. XVII, la fe ardía en un país como Corea debido especialmente a la labor de los laicos. Andrés Kim es justamente hijo de una de esa familias de coreanos conversos. Su propio padre, Ignacio Kim, fue Su padre, rebautizado como Ignacio Kim, fue también martirizado en la persecución que tuvo lugar en el año 1839.
Fue bautizado con 15 años, tras ello, viajó miles de kilómetros para poder estudiar en el seminario más cercano, en Macao, China. Fue ordenado sacerdote en Shangai. Ejerció su ministerio durante poco más de un año de su vida.
Su tarea consistía en despejar el camino para la entrada de misioneros por el mar, para evitar los guardias de la frontera. En junio de 1846 fue arrestado y enviando a una cárcel en Seúl; allí estuvo tres meses y el 16 de septiembre fue decapitado, cuando apenas tenía 26 años. Entre sus pertenencias se encontró una carta en coreano, dirigida a sus fieles. “En este difícil tiempo, para ser victorioso se debe permanecer firme usando toda nuestra fuerza y habilidades como valientes soldados completamente armados en el campo de batalla”.
Fue beatificado en 1925 y canonizado por San Juan Pablo II un 6 de mayo de 1984 en su viaje apostólico a Corea junto con otros 102 mártires de la persecución religiosa, la mayoría laicos. Se estima que esa Eucaristía de la canonización ha sido una de las mas grandes que jamás se han reunido en la faz de la tierra.