La imagen del Cristo de la Salud de la Parroquia de San Andrés fue realizada a mediados del siglo XVI y su autoría, si bien no ha sido confirmada, se atribuye a Diego de Siloé.
El Cristo de la Salud cuenta con una extensa devoción y afecto por la Granada antigua, que lo consideraba muy milagroso, recogiendo las plegarias y súplicas de la ciudad en momentos muy complicados. Así, el pueblo lo veneraba en la calle en rogativas y en su capilla de la iglesia parroquial de San Andrés Apóstol junto al presbiterio, donde le encendían hachas, cirios y velas y le colgaban exvotos, que cubrían las paredes de su capilla.
La advocación de la Salud la adquiere el Crucificado por su intercesión en la epidemia de peste bubónica de 1679 que asoló nuestra ciudad. Durante esta epidemia, los enfermos afectados por la peste fueron instalados por las autoridades sanitarias fuera de la ciudad, delimitada por la Puerta de Elvira, como medida de cuarentena para evitar el contagio. Los enfermos se congregaban en una gran explanada delante del Convento de la Merced y de la Iglesia de San Idelfonso, llamada del Triunfo de la Inmaculada. Desde la iglesia de San Andrés, el Cristo era portado en andas hasta esa zona, para servir de consuelo a los enfermos y para que le rogaran su curación. Cuenta la leyenda, que en una de esas salidas una paloma, que los enfermos atribuyeron al Espíritu Santo, sobrevoló la imagen del Cristo en todo su recorrido y, finalmente, se posó en su brazo derecho. En ese día se experimentaron curaciones de los enfermos allí presentes y el suceso se atribuyó a un milagro. Es por ello que el Cristo de la Salud luce sobre su brazo derecho una paloma de plata, como símbolo que recuerde aquel milagro.
La devoción al Cristo de la Salud era tan grande que así quedó reflejada en las reglas de la propia Hermandad que lleva su nombre. Era tal, que el Papa Clemente XIII, hacia el 1765, concedió indulgencia plenaria a todos los cofrades que acudieran a la capilla del Cristo el día de la función, tras el setenario que se celebraba en su honor. Los arzobispos de la ciudad también concedieron varias indulgencias. En la madrugada del 7 de agosto de 1818, la iglesia de San Andrés se vio asolada por un terrible incendio, que hizo prácticamente desaparecer la totalidad de retablos e imágenes. Pero como si de un milagro se tratara, aunque el templo quedó reducido prácticamente a sus muros perimetrales, el Cristo de la Salud fue salvado de las llamas, no corriendo la misma suerte su capilla. La talla se trasladó a la cercana iglesia de Santiago, donde se ubicó en la pared del presbiterio hasta la restauración del templo de San Andrés.
Durante todos estos años, el Cristo de la Salud siguió procesionando como imagen de rogativa en casos de epidemias. Durante el bote de peste bubónica de 1830, fue trasladado en procesión el 25 de julio hasta la S. I. Catedral, quedando expuesto a la veneración de los fieles. En 1833 se celebró una rogativa en la iglesia de San Andrés por la epidemia de cólera que padeció Granada, recogida en el Boletín Oficial de la Provincia de la época.
En los años 1854 y 1885, Granada sufriría nuevamente el ataque del cólera y se acudirá al Cristo de la Salud suplicando su auxilio por medio de rogativa. En el siglo XX se siguieron celebrando cultos en su honor, quedando constancia de los mismos hasta 1961. Pasaron los años hasta que, a mediados de marzo de 1997, Granada volvió a contemplar al Cristo de la Salud en las calles, en un Vía Crucis cuaresmal. Desde entonces, y tras el cierre en 1999 de la iglesia parroquial de San Andrés Apóstol debido a su deterioro y necesaria restauración, el Cristo de la Salud permaneció en dependencias parroquiales. Casi dos décadas después, el 28 de mayo de 2017, volvió a presidir el Altar Mayor de la iglesia de San Andrés, tras su reapertura.
Amigos de San Andrés