Eminentísimo Señor Cardenal Presidente,
Eminentísimos Señores Cardenales,
Excelentísimos Señores Arzobispos y Obispos,
Señoras y Señores:
Agradezco vivamente la invitación presentada a participar en la inauguración de la Asamblea Plenaria. Consciente del lugar que corresponde a la Representación Pontificia, en particular en este acto inicial, es un honor poder expresarles mi reconocimiento de palabra.
En primer lugar, les quiero hacer llegar un saludo fraterno y muy cordial del Sr. Nuncio Apostólico, que el próximo mes de diciembre inicia la Misión confiada por el Santo Padre. Con su saludo, Su Excelencia Mons. Bernardito C. Auza les anima en sus trabajos, les asegura un recuerdo en sus plegarias y, en vísperas de su presencia, quiere anticiparles su ánimo de colaboración, como representante del Papa, a la comunidad eclesial española y sus pastores.
Por mi parte, les aseguro un recuerdo en la oración por los trabajos señalados en el programa. Afectan a la vida de la Iglesia y a su compromiso en el anuncio del Evangelio en la sociedad. En el temario se percibe claramente la palabra y orientación del Santo Padre Francisco en los temas de la familia, y la defensa de la vida desde el proyecto de Dios, su Creador: la atención y acompañamiento de los novios, la acogida y protección de la persona en todo el itinerario de su vida, particularmente en los estados más vulnerables. Este proyecto encuentra su causa en el amor de Dios, y ese mismo amor es su sentido.
Que la Virgen Inmaculada, “fruto del amor de Dios que salva el mundo” acompañe la reflexión en estos días inspirados en la oración que el Papa Francisco le dirige: “Ayúdanos a escuchar la voz del Señor: el grito de los pobres, enfermos y necesitados, los ancianos y los niños, toda vida humana sea siempre amada y venerada” (8/12/2013).
Muchas gracias.