Homilía en la Eucaristía de la primera Asamblea diocesana, por el arzobispo Mons. José María Gil Tamayo, el 14 de junio de 2025.

Queridos hermanos sacerdotes, gracias por vuestra presencia,

Queridos hermanos y hermanas de la vida consagrada, de la vida contemplativa, de los distritos seculares, de las asociaciones, movimientos, hermandades, cofradías,

Queridos hermanos y hermanas de las parroquias de Granada,

Estamos celebrando esta asamblea. Cada celebración de la Eucaristía es una asamblea. Es la asamblea del pueblo de Dios, que se reúne convocado por la palabra del Señor, que participa del cuerpo y la sangre del Señor y que lo siente presente en los hermanos. Esa es la lógica pascual.

Jesús resucitado está en medio de nosotros, en su palabra. Hemos escuchado la palabra de Dios en estos textos tan bonitos, el primero de los hechos de los apóstoles, que nos ha servido toda la Pascua para fijarnos cómo debe ser la iglesia, cómo debemos ser nosotros. Y nos ha resumido que perseveraban en la oración con los apóstoles, con la madre de Jesús y con los hermanos. Pues eso es lo que estamos haciendo ahora, en este final de esta asamblea primera de la diócesis de Granada, donde se visibiliza lo que somos.

Me da mucha alegría, os quiero de verdad. Y me siento orgulloso y feliz que el Señor me haya puesto como indigno pastor al frente de esta iglesia para serviros. Pero todos tenemos que arrimar el hombro. La iglesia es convocación, es compartir el misterio de Cristo y darlo a conocer.

Es como un cuerpo y todos somos responsables. A los sacerdotes, al obispo, les ha llamado a participar el Señor con el sacerdocio ministerial de la capitalidad de Cristo, cabeza y pastor de su pueblo. Pero como ha recordado el Papa, con frases de San Agustín, yo con vosotros soy obispo y yo para vosotros… Perdón, yo con vosotros soy cristiano y esta es mi gloria.

Y yo para vosotros soy obispo y esta es mi tarea, es mi servicio. Por tanto, esa asamblea anual es el rostro de la iglesia de Granada. Es verdad que nos falta mucha gente, vendrá mucha gente más, pero tenemos que multiplicarnos y hacer de ese plan pastoral que es como la hoja de ruta, como la partitura de esta maravillosa orquesta que es la Iglesia de Granada.

Cada uno con su carisma, cada uno en su parroquia, en su parte de la diócesis, todos con edades distintas, con carismas distintos, con vocaciones distintas, pero con una vocación básica, las de seguidores de Cristo, las de cristianos. Y vosotros también, queridos niños, acabamos de escuchar el Evangelio y la Virgen, ¿qué ha pasado con la Virgen? Estaban en una boda, ¿no? ¿Y qué pasó en la boda? Ven, me lo contáis. Vente y me lo cuentas.

No, no te dé vergüenza, venga, venga, Pablo, ven conmigo. Cuéntanos a toda esta gente qué ha pasado. Había una boda, ¿no? ¿Y qué pasa en la boda?

Que siempre daban el vino bueno primero y después el malo, y pues ahí dieron el malo primero y después el bueno.

¿Pero qué pasó? Que hubo ahí un juego de magia, como nos han hecho antes. ¿Qué pasó? Estuvo allí Jesús en la boda. Y estaban los apóstoles y apuntaron también, ¿no? Y estaba la Virgen, ¿no? Y les faltó… ¿Qué les faltó? Siéntate, Pablo.

A ver, una niña, cuéntame. ¿Tú te llamas?

Carmen.

¿Qué pasó?

Pues que les faltó vino y…

¿Pero quién se dio cuenta?

Se dio cuenta primero las personas de la boda.

No, no, no. ¿Quién se dio cuenta primero?

La Virgen María.

¿Y por qué se dio cuenta? Porque estaría echando una mano, ¿no? Claro, ¿no? No estaría allí sentada a que me lo den todo, ¿no? ¿Y qué pasó?

Pues que se lo dijo a los mayordomos, que le hicieran caso a Jesús.

¿Antes qué les dijo a Jesús?

Que no tienen vino, que le ayudara a tenerlo.

¿Y a Jesús qué le decía? A nosotros que nos importa, ¿no?

Claro.

Pero la Virgen manda mucho, ¿no? Y le manda Jesús, ¿no? Luego, nosotros si queremos conseguir algo tenemos que rezar a la Virgen, ¿no? ¿A qué imagen de la Virgen le rezas?

A la mía.

A la tuya.

Pero tenemos una Virgen maravillosa que es la madre de todos los granadinos. ¿Cuál es?

La Virgen de la Angustias.

¿La que habita en la…?

Carrera.

¡Bien! Bueno, Carmen, muy bien, ¿eh? ¿Le vas a rezar a tu Virgen por el Obispo? Vale, gracias.

La Virgen es lo que debe ser la Iglesia, decía San Juan Pablo II en la Encíclica Redentoris mater. Es lo que debemos ser cada uno de nosotros. Por eso la Iglesia propone siempre a la Virgen.

Es el mayor regalo que nos ha dado Jesús. Cuando estaba en la cruz le dijo, mujer, ahí tienes a tu hijo, hijo, ahí tienes a tu madre. Y nos dice el evangelista Juan que la recibió como algo suyo.

No nos podemos desprender de la Virgen. A Jesús se va por la Virgen. Y cuando dejamos el cariño a la Virgen, pues nos alejamos de Jesús.

Y la Virgen es la omnipotencia suplicante. Pero dice el Concilio Vaticano II, que nos ha dicho el Padre Antonio que haya su vida, el concilio, que es como si el Señor nos hablara a la Iglesia en un momento para un tiempo de la historia. Nos ha dicho que la Virgen es la figura de la Iglesia, porque como decía San Ambrosio, por su fe y por su caridad. Por su fe y su caridad y por su unión íntima con Cristo.

Y ahí tenemos lo que yo quisiera que viviéramos especialmente. Una fe que no se quede encerrada en las sacristías. Una fe que no se quede solo en Semana Santa o en los quinarios y en las novenas.

Una fe que se note en nuestra propia vida con coherencia. Y una fe que transforme ese agua que llevamos muchas veces con nuestras miserias en el vino oloroso de la salvación de Jesús, para nosotros y para los demás. Una caridad que nos queramos, porque a veces no nos queremos, ¿no? A veces en los demás no vemos a Jesús.

En un colegio que yo estaba… Una niña, eran dos hermanas, pero se llevaban… ¿Tú te llevas bien con tu hermana? ¿Y no es pesada? A veces. ¿Y no te manda tus cosas, y no es mandona de vez en cuando? ¿Y a que riñe? Eso nos pasa a todos.

Pues esta niña, su hermana, reñía mucho con su hermana. Y la trataba y me lo vino a decir. Pero ya se cansó un día y le dijo a su hermana… Bueno, me dijo a mí primero, oiga, dígale a mi hermana que yo también me parezco a Jesús.

Claro, porque es que si no, hemos de ver a Jesús en los demás, pues también en las hermanas y en los hermanitos, ¿vale? Y no fastidiarnos. Bueno, pues la caridad es esencial, y los cristianos tenemos una forma de caridad esencial, que es la comunión. Tenemos que estar unidos.

Tenemos que estar unidos, no solo reunidos como en la asamblea, unidos. Unidos, apreciando la riqueza de los demás, y al mismo tiempo ofreciendo la nuestra. Sin vender nuestras motos a nadie, con la propuesta de nuestra vida y el ejemplo de nuestra autenticidad.

Con humildad, y al mismo tiempo con ganas de aprender de los demás. Por tanto, imitemos a la Virgen figura de la Iglesia, en su fe, en su caridad, y en su unión íntima con Jesucristo. Hemos oído en los maravillosos testimonios que sin Cristo no hacemos nada.

Cristo es el Señor. Cristo es nuestro Dios y nuestro todo, y nuestra vida es para hacernos a Él. Ya no somos con nuestra condición de bautizados, pues ahora toca vivir de cada día, en cada una de las etapas de nuestra existencia, en los lugares donde estemos, en la vocación que tengamos, para hacernos a Jesucristo, y eso se llama santidad.

Queridos hermanos y hermanas, queridos niños, la Iglesia se ha hecho presente aquí hoy de manera especial. Queramos a la Iglesia, no seamos malos hijos de la Iglesia, arrimemos el hombro, imitemos a María, nuestra madre. Y aunque tengamos nada más que agua, ella nos ayudará, si hacemos lo que nos dice Jesús como nos manda, a conseguir que haya un vino oloroso en nuestra vida. Y no lo olvidéis, haced lo que nos diga.

Vamos ahora a orar, a rezar. Y a los niños os voy a pedir una intención especial, y es para que le pidáis al Señor que haya curas. ¿No veis que el equipo somos pocos? Hay que pedir al Señor que haya más curas, ¿no? ¿O no?

Una vez le dije a un niño, ¿tú quieres ser cura? Y dice, no, yo quiero ser bombero. No, también ser cura, ¿no? ¿Vale? ¿Tú se lo vas a pedir al Señor? Me parece que sí, ¿no? ¿Eh? ¿A que sí? ¿Tú se lo vas a pedir al Señor? ¿Qué le vas a pedir? A ver, si te están cayendo los dientes, ¡uh! ¿La primera comunión está próxima? ¡Ah! ¿Qué le vas a pedir al Señor?

Que haya más curas.

¿Y tú quieres ser cura?

Sí.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispo de Granada
14 de junio de 2025
S.A.I Catedral de Granada

ESCUCHAR AUDIO