El 17 de mayo se celebra la festividad de San Pascual Baylon, laico franciscano, patrón de las asociaciones eucarísticas. 

Pascual nació en una familia pobre en Aragón, España, y desde temprana edad fue enviado a pastorear sus rebaños. Para él, que tanto amaba a Jesús, era la condición ideal: podía aislarse a menudo, meditar y orar.
También aprende a leer, como persona autodidacta, practicando la lectura con los libros de oración. A los 18 años intentó entrar en el convento franciscano de Santa María de Loreto de los franciscanos reformados – llamado Alcantarinos por la obra de San Pedro de Alcántara, pero fue rechazado quizás por su juventud. Un hombre rico para quien trabaja le ofrece también adoptarlo y hacerlo su heredero, pero no lo acepta: será franciscano, está convencido de ello. Y de hecho lo intentó de nuevo en 1564 y se convirtió en novicio.

Pascual se destacó inmediatamente en el convento: tenía una inteligencia brillante, una fe inquebrantable y una increíble dedicación a la oración y a la adoración del Santísimo Sacramento. Pero permanecerá como hermano laico toda su vida, en contra de los consejos de sus superiores, porque se sentía indigno del ministerio del sacerdocio, de tocar a Jesús Eucaristía con sus propias manos. También rechazó cualquier tarea importante, llevando a cabo las tareas más humildes, especialmente la del conserje, tanto en el convento de Jatíva como en el de Valencia. Pero hay una tarea que no puede rechazar, la que le fue confiada en 1576 por el ministro provincial: llevar documentos importantes al Padre General que reside en París.

El viaje a París es largo y peligroso: Pascual corre el riesgo de ser asesinado por los calvinistas. A menudo es golpeado, burlado e insultado. En Orleans casi lo matan a pedradas por haber entretenido una acalorada disputa sobre la Eucaristía con sus oponentes. La Eucaristía está tan en el centro de la vida y de la espiritualidad de Pascual, que cuando regresa de París escribe una colección de frases para demostrar la presencia real de Jesús en el Pan y el Vino y para argumentar sobre el poder divino transmitido al Papa. Este folleto llegó a Roma en manos del Papa y le valió el apodo de “Serafín de la Eucaristía”.

Probado por las mortificaciones de su cuerpo, Pascual murió en 1592 en el convento de Villa Real, después de haber comulgado. Durante su funeral se dice que en el momento de la elevación abrió los ojos para adorar por última vez a Jesús. Fue canonizado por Alejandro VIII casi un siglo más tarde, mientras que en 1897 León XIII lo proclamó santo patrón de las Obras y Congresos Eucarísticos.