De la Pastoral Bíblica de la Archidiócesis de Granada, para el domingo 31 de marzo de 2024.

Primera Lectura: Hch 10, 14a. 37-43

La primera lectura de este domingo de Pascua está tomada del libro de los Hechos, segunda parte de la obra lucana en que se narra el camino de la Iglesia, y con él, el cumplimiento del mandato misionero dado por Jesús antes de subir al cielo: “recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra” (1,8).

El capítulo 10 del libro de los Hechos relata la misión de Pedro en la costa palestina. El encuentro con Cornelio, centurión romano piadoso y temerosos de Dios, supondrá la apertura de la Iglesia a los Gentiles. Pedro va desde Jope a Cesarea movido por una visión (10,9-19) a encontrarse con Cornelio. Allí en casa del centurión, Pedro toma la palabra y hace un discurso en el que proclama el Kerigma, el primer anuncio que hará la comunidad cristiana de la Buena Noticia de Jesús, y que recogerá lo esencial de la misma. El discurso tiene tres partes:

-En la primera, se presenta la vida y la misión de Jesús de Nazaret. Se nos dice que fue ungido por Dios en el bautismo, con la fuerza del Espíritu Santo y “pasó haciendo el bien y curando a todos…, porque Dios estaba con él” (37-39a). Lucas recoge aquí con una sencilla frase la grandeza de la misión de Jesús: Pasó haciendo el bien.

-En la segunda, se narra su muerte en cruz y cómo Dios lo resucitó y le dio la gracia de manifestarse a los testigos designados por Él, “aquellos que han comido y bebido con Él” después de la resurrección (39b-41).

-En la tercera, Lucas relata el encargo de la predicación de los testigos de la resurrección al pueblo, citando a los profetas como anunciadores de Jesús (42-43) y haciendo alusión a la unidad entre la Antigua y la Nueva Alianza.

Pedro se sabe de ese grupo que ha recibido el encargo de proclamar la Buena Noticia de Jesús. Él ha sido testigo de la vida del Jesús histórico, y también ha comido y bebido con Él después de su resurrección. Por ello está ahí, anunciando esta buena noticia en la casa de un pagano, un no judío.

Mientras Pedro habla, el Espíritu Santo se derrama sobre los que escuchan sus palabras. Así se produce el Pentecostés “gentil” que al igual que el primer pentecostés a los judíos (Hch 2) provocará el hablar en lenguas, y llevará el consigo el bautismo de Cornelio y los de su casa. Como toda nueva apertura, no estará exento de polémica en la comunidad cristiana, de forma que los judeocristianos llamados judaizantes le echaran en cara a Pedro su actitud: «Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos» (Hch 11,2-3).

Segunda lectura: Col 3,1-4

El texto de la segunda lectura pertenece a la carta a Colosenses, cuya autenticidad paulina es interrogada, considerada así deuteropaulina. La carta, que ha presentado en la primera parte el misterio de Cristo (1,13-2,23), expone en la segunda, la nueva vida moral que ha de tener el cristiano (3,1-4, 6).

El autor de la carta sigue la lógica del pensamiento teológico de Pablo. Si el cristiano está arraigado en Cristo (2, 6) ha de vivir según corresponde a esa identidad. Si el Señor Jesús está a la derecha de Dios, y el creyente en Jesús ya ha resucitado con Cristo, aunque aún vive su vida en este mundo, en su existencia terrena ha de buscar los “bienes de allá arriba no los de la tierra”.

El autor contrapone así dos tipos de bienes en función del espacio, los de arriba y los de la tierra, con los que el autor quiere simbolizar los bienes espirituales y los materiales, los que permanecen y los que pasan. El cristiano ha de tener claro dónde ha de poner los esfuerzos de su búsqueda. La opción no es trivial e irrelevante. Al iniciar este tiempo de Pascua no podemos dejar de interrogarnos: ¿En la búsqueda de qué tipo de bienes ponemos nuestras energías?

Evangelio: Jn 20,1-9

A lo largo de estos 50 días de Pascua nos vamos a ir encontrando dos tipos de relatos de la Resurrección: unos en relación con el sepulcro vacío, y otros en torno a las apariciones del Resucitado. El domingo de Pascua nos situamos en la escena del sepulcro vacío.

Son tres los personajes que encontramos en este relato de Juan: una mujer, María Magdalena y dos de los discípulos de Jesús: Pedro y el discípulo amado. La primera que se acerca al sepulcro, al igual que en los sinópticos, es María Magdalena, pero mientras en aquellos acude con otras mujeres, aquí acude sola (Mt 28,1-7; Mc 16, 1-8; Lc 24,1-8). Aún es de madrugada y está oscuro. Ella ve la piedra quitada, pero no se atreve a entrar. Ese signo la pone en movimiento y, corriendo, va donde están Pedro y el discípulo amado. Lo visto le lleva a pensar que alguien se ha llevado al Señor y así lo comunica. Aunque no sabe interpretar lo ocurrido, su desconcierto no la hace encerrarse en sí misma y quedarse lamentando el acontecimiento, sino que la lanza al encuentro con la comunidad.

La noticia de María también pone en movimiento a Pedro y al discípulo amado, pero esta vez en sentido contrario, en dirección al sepulcro. Necesitan comprobar por sí mismos lo que le ha anunciado la mujer. Lógicamente, llega primero el más joven y ve las vendas en el suelo y el sudario del cabeza enrollado, pero no entra. Espera a la autoridad encarnada en Pedro que, cuando llega, entra inmediatamente. Lo encontrado son símbolos de que la pasión ha quedado atrás, por ello, aunque el sepulcro vacío no será una prueba definitiva en la que se basen los discípulos para afirmar la Resurrección de Jesús, sin embargo, será un primer signo.

El único al que se atribuye la fe ante la experiencia es al discípulo amado: vio y creyó. Aquel que había sido testigo de la muerte en la cruz (Jn 19,26-27) será solamente el que crea en la Resurrección. El evangelista aclara que hasta entonces no habían comprendido que, según la Escritura, Jesús debía resucitar de entre los muertos. La Resurrección de Jesús da una nueva luz a la Escritura, todo cobra un sentido nuevo.

Actualización

Hoy la Iglesia celebra el día más grande de la historia, porque con la resurrección de Jesús se abre una nueva historia, una nueva esperanza para todos los hombres. Ponernos en camino movidos por el amor es el primer paso para encontrarnos con el Viviente y para anunciar que, aunque no entendemos del todo como María, Pedro y Juan, algo grande ha ocurrido. Su experiencia, es la nuestra. Nosotros tampoco hemos visto a Jesús Resucitado, pero en lo profundo de nuestro corazón, hemos experimentado la vida nueva, la cercanía del Dios viviente, de Jesús Resucitado que ha vencido toda muerte y opresión y ni el pecado ni el mal tienen ya poder sobre nosotros. Un horizonte infinito se abre ante nuestras vidas ¡y hay que celebrarlo!

María, ante el desconcierto, acude a Pedro y Juan. Es en la comunidad donde se busca y se reinterpretan a la luz de Jesús resucitado nuestras dudas e incertidumbres. Como dice el Papa Francisco: Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad. Entre todos: «He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. […] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! » […] Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos (F.T.8)

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