De la Pastoral Bíblica de la Archidiócesis de Granada, para el domingo 14 de abril de 2024.

Avanzamos en este itinerario pascual en el encuentro personal con el Resucitado. En este domingo el Señor en la aparición a sus discípulos nos ayuda a profundizar en la relación entre su vida, muerte, resurrección y la Escritura. Junto a ello la invitación continúa al movimiento, a la misión, a ser iglesia en “salida”.

Primera lectura: Hch 3,13-15.17-19

La lectura del libro de los Hechos de este domingo se sitúa dentro de la actividad misionera de la comunidad cristiana de Jerusalén (1,12-8,3). Ante la reacción de la gente, tras la curación del tullido en el Templo, Pedro proclama un discurso en el que explica la salvación acontecida. El discurso tiene dos partes: en la primera (3,13-15) Pedro expone que no ha sido algo realizado por ellos mismos, sino por el Dios de los patriarcas, protagonista de la historia de la salvación. Con el discurso, Pedro quiere mostrar que el milagro del hombre tullido no ha sido realizado por una divinidad extraña, sino que es el Dios de nuestros Padres el que sigue actuando hoy en Jesús. Junto a ello los responsabiliza de lo que han hecho con Él: lo entregaron a la muerte, se opusieron a la decisión de Pilato de soltarlo pidiendo el indulto de un asesino, Barrabás, y mataron al “autor de la vida”. Sin embargo, su Dios, el Dios de Israel lo ha resucitado. La segunda parte (3,17-19) es una exhortación a la conversión de los israelitas a los que se dirige con el nombre de hermanos, pues a pesar del pecado cometido con Jesús, siguen siendo miembros del pueblo de Dios. Pedro señala a modo de disculpa cómo la motivación de su actuación fue la ignorancia, sin embargo, esto no paralizó el plan de Dios que cumplió lo dicho por boca de sus profetas. No obstante, aún están a tiempo: pueden cambiar de vida, convertirse y bautizarse en el nombre de Jesús.

Evangelio: Lc 24,35-48

En el evangelio de hoy, Lucas nos narra la última aparición del resucitado a los discípulos. Tras el encuentro de dos discípulos con Jesús en el camino de Emaús, estos vuelven a la comunidad a contar su experiencia. Mientras hablan de esas cosas se presenta Jesús en medio de ellos y les dirige el saludo judío: Shalom, con él se transmitía un deseo de salud, armonía, paz interior, tranquilidad, para aquel o aquellos a quien está dirigido el saludo. Pero en este contexto además tiene una significación especial, Jesús les regala su paz. La corporalidad de Jesús es diferente a la de su vida terrena, por ello se aterrorizan ya que creen ver a un fantasma. Jesús interroga sus dudas para hacerlos conscientes de ellas: ¿Por qué surgen dudas en vuestro corazón? Entonces se identifica mostrando sus manos y sus pies y les invita a tocarlo para mostrar que no es un fantasma. El resucitado es el mismo que el crucificado. Sin embargo, como no terminan de creérselo, para confirmar su realidad humana, Jesús come delante de ellos.

Seguidamente, el Señor trata de probar cómo todo lo sucedido no ha sido algo fortuito, ya estaba en el plan de Dios y había sido anunciado por la Escritura. Jesús está afirmando así la unidad del designio de Dios y con ello la relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, siendo el primero anuncio del segundo, y este último, cumplimiento del primero.

Continua el relato diciendo que entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Es Jesús Resucitado el que ayuda a interpretar la Sagrada Escritura, pero lo contrario también es cierto: sin la Sagrada Escritura, los acontecimientos de la misión de Jesús y de su Iglesia en el mundo permanecen indescifrables. La relación entre el Resucitado, la comunidad de creyentes y la Sagrada Escritura es esencial.

A continuación, Jesús envía a sus discípulos a la misión: Vosotros sois testigos de esto. Lo experimentado no puede quedar reducido a la esfera de lo privado, sino que ha de ser anunciado a otros para que también experimenten la paz y la alegría que trae el Señor a nuestras vidas.

Actualización:

“Les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras”, dice el relato evangélico de Lucas, frase en la que expresa que es necesaria la relación con Jesús resucitado para comprender la Palabra de Dios. Pero también es necesario estudiarla, reflexionarla para comprender lo que nos quiere decir. ¿Cómo voy a entenderlo si nadie me lo explica?, dirá el eunuco a Felipe (cf. Hch 8,31).

Aperuit illis, 4). Estamos llamados a hacer comprensible la Palabra de Dios a los hombres y mujeres del siglo XXI.

“La Biblia no puede ser sólo patrimonio de algunos, y mucho menos una colección de libros para unos pocos privilegiados. Pertenece, en primer lugar, al pueblo convocado para escucharla y reconocerse en esa Palabra” (Aperuit illis, 4). Estamos llamados a hacer comprensible la Palabra de Dios a los hombres y mujeres

del siglo XXI.

Carmen Román Martínez, op.

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