La celebración comenzó con el cuerpo del arzobispo, D. Javier Martínez, que presidía la liturgia, extendido en el suelo, ante el altar desnudo. En sus palabras al pueblo cristiano, Mons. Martínez ha recordado que “Dios desea nuestro corazón, no para apoderarse de él, no para poseernos, sino para que nosotros le poseamos a Él, y así podamos alcanzar esa humanidad verdadera que anhelamos y que no podemos darnos a nosotros mismos”. “Dios no tiene necesidad de nada que podamos darle los hombres. A Dios no le falta nada”, subrayó.
Uno de los momentos más destacados de la celebración litúrgica de la Pasión del Señor en el Viernes Santo es la adoración de la cruz. En la S.I Catedral, los fieles han besado y adorado una reliquia del lignum crucis –madero santo donde fue clavado Jesús- que perteneció a la Sierva de Dios Isabel La Católica.
Por otra parte, la colecta de este día ha sido para el sostenimiento de los Santos Lugares, la tierra de Jesús, y los cristianos que allí habitan. Además, este año esa colecta por los Santos Lugares es también para ayudar a los cristianos que sufren las consecuencias de las guerras en Siria e Irak.
El Viernes Santo no hay celebración de la Santa Misa porque Cristo está muerto. No hay consagración, hasta el día de Pascua, en la noche del sábado en la vigilia. Por ello, los fieles han comulgado con la consagración del Jueves Santo, cuya Sagrada Forma ha sido reservada en una capilla lateral del templo catedralicio para ser tomada hoy. Tras la adoración de la cruz, se ha vestido el altar para acoger la consagración del día anterior y tomar la Sagrada Comunión.
Paqui Pallarés