Fecha de publicación: 17 de diciembre de 2021

Vamos a celebrar el acontecimiento más grande de la historia: Que Dios ama tanto al ser humano que quiso nacer como tal.

Pero muchos pensarán: “pues sí que están estos atrasados”. Si ya ha llegado la Navidad. Hay turrón y dulces en las tiendas desde hace muchos días, si ya están las luces encendidas. Pero sólo para algunos, porque siguen los cortes permanentes en grandes extensiones de la zona Norte de Granada.

Con qué sutilidad van consiguiendo algunos que Navidad sólo sea luces, árboles, regalos,… ¿Nos hemos detenido a pensar en el sentido de la Navidad? Un Dios que por amor al ser humano se hace como él, para estar más cerca de él, para experimentar en su propia carne la pobreza, el desprecio, la ingratitud, el olvido, el dolor, el sufrimiento…

¡Qué agoreros! pensarán algunos. Si Dios nos quiere ver felices. Claro que sí, pero a todos. Pero, cómo van a ser felices muchas familias de nuestros barrios si les falta el trabajo, la vivienda, los recursos para vivir con dignidad. Cómo van a ser felices si son barrios ignorados sistemáticamente y les faltan los medios para salir de la marginación. Cómo van a ser felices si les falta la luz de la esperanza y hasta la luz eléctrica. Cómo van a ser felices si les falta el respeto por parte de los demás, y sobre todo el amor.

Si nos falta el amor de unos para con otros no podemos llamarnos cristianos. Jesús nos dijo: “amaos unos a otros como yo os he amado”. Pero no dijo sólo en Navidad, sino en todo tiempo y a todas las personas.

Celebrar la Navidad es experimentar a “Dios con nosotros”. Es vivir la cercanía, la ternura y el amor de un Dios humanizado. La Navidad nos habla, no de un Dios lejano y perdido en su mundo, sino de un Dios encarnado, comprometido e implicado en la vida, especialmente con los últimos de nuestra sociedad.

Dios no vive en un piso superior manejando los hilos de la historia, sino que se ha metido en nuestra casa para desde dentro curarnos, acompañarnos e impulsarnos hacia una vida más humana, justa y fraterna.

Claro que podemos vivir la Navidad con la mayor alegría celebrando el amor gratuito y universal de Dios. Y también, buscando a alguien a quien ayudar, querer, perdonar, consolar, aliviar o acompañar, para encarnar el amor de Dios.

Desde las parroquias del Arciprestazgo de Cartuja de Granada os deseamos una feliz Navidad.