El Papa Francisco ha abolido el secreto pontificio en casos de violencia sexual y abuso de menores cometidos por sacerdotes y ha cambiado también la ley para incluir entre los delitos más graves la posesión y difusión de imágenes pornográficas que involucren a menores de hasta 18 años de edad. En dos documentos históricos, frutos de la cumbre del pasado mes de febrero, el Papa especifica que la información se tratará de manera que se garantice la seguridad y confidencialidad establecidas por el Derecho Canónico, para proteger así la buena reputación y la privacidad de las personas implicadas, pero que esto no debe ser obstáculo para el cumplimiento de las obligaciones establecidas en cada lugar por la legislación estatal. Además establece que no pueda imponerse vínculo de silencio alguno a las personas que realizan las denuncias, los testigos y las víctimas directas de los abusos. Esto no quiere decir que a partir de ahora se vayan a hacer públicos documentos privados. Se trata de facilitar la colaboración con el Estado y con otros organismos que tengan derecho a acceder a dicha documentación.
Cabe hablar de una decisión histórica, que es fruto de un empeño en el que la Iglesia lleva embarcada ya mucho tiempo, consciente de que un solo caso de abuso es demasiado, pues se trata de un pecado y de un delito gravísimos. Un signo de apertura, disponibilidad, transparencia y colaboración con las autoridades civiles, que marca también el camino para otras instituciones.
Línea Editorial Cadena COPE