Febe era de la iglesia de Cencrea, una pequeña ciudad portuaria al este de Corinto, en el istmo del mismo nombre. Allí ocupó el cargo de ministra, un término utilizado por primera vez en relación con una mujer en la Iglesia naciente y se puede reconocer bien el cargo de las diaconisas que se estableció en Iglesia cristiana primitiva en siglos posteriores.
De tales mujeres parece extraerse Pablo donde se destacan las cualidades familiares y morales necesarias para que las viudas sean elegidas: la viuda “no debe tener menos de sesenta años; estaba casada con un solo marido, goce de buena fama por sus buenas obras, es decir, por haber educado bien a los hijos, por haber practicado la hospitalidad, haber lavado los pies de los santos, ayudar a los afligidos y haberse dedicado a toda buena obra”.
Febe era viuda en la vejez y gozaba de una excelente reputación por sus buenas obras: especialmente la hospitalidad y la asistencia a los enfermos. Pablo alude a la hospitalidad cuando la elogia por haber ayudado a muchos, incluido él mismo, lo que también es muy probable debido a la posición geográfica de Cencrea, donde un tráfico considerable converge con las islas del Egeo y con Asia Menor. Esto fue para ofrecer a Febe muchas oportunidades para ayudar a los cristianos de esas tierras.