Fecha de publicación: 8 de marzo de 2021

Catalina Vigri nació el 8 de septiembre de 1413 en Bolonia. Su padre era Juan de Vigri, un noble rico de Ferrara emparentado con la familia de la casa d’Este. Su madre, Benvenuta de Mamollini era también una dama noble a la que Juan había conocido en Bolonia mientras estudiaba en su universidad.

Catalina aprovechó su estancia en la corte de Ferrara para cultivarse y formarse en distintas áreas como la música, la literatura o el arte de la miniatura. Pero Catalina no se sintió nunca atraída por los lujos y excesos de la vida en la corte.

Años después, la princesa Margarita d’Este se casó con Roberto Malatesta, príncipe de Rímini. La joven esposa quiso que Catalina la acompañara a su nueva residencia en Rímini pero Catalina se negó a ir y decidió volver con su madre a Bolonia. Fue entonces cuando murió su padre y su madre volvió a casarse. Catalina se convirtió en una joven de 14 años, bella y culta y heredera de un importante patrimonio. Fueron muchos los pretendientes que tuvo y que ella evitó. Catalina hacía tiempo que tenía muy claro que su vida no iba a ser la de una mujer casada.

Fue entonces cuando Catalina supo de la existencia de Lucía Mascheroni y sus monjas congregadas bajo el hábito negro de la Tercera Orden de San Agustín. Su vida de santidad atrajo a la joven quien no dudó en seguir a aquellas religiosas que con el tiempo se convertirían en un monasterio de monjas clarisas.

Así, en 1432, Catalina Vigri pronunciaba sus votos y se retiraba del mundo.

Convertida en monja clarisa, Catalina hizo uso de sus conocimientos humanísticos, filosóficos y literarios para escribir su obra Tratado de las siete armas espirituales. Escrita en 1438, es una mezcla de autobiografía y tratado de espiritualidad.

En su Tratado, Catalina definió siete armas para luchar contra el pecado: la diligencia, la desconfianza de uno mismo, la confianza en Dios, la meditación, el pensar en la muerte personal, pensar en el cielo y la Sagrada Escritura como referente constante de vida.

Catalina de Bolonia pasó el resto de su vida en oración y meditación tras los muros del convento de Ferrara primero y del monasterio del Corpus Domini en su ciudad natal después donde se trasladó en 1456 y terminó convirtiéndose en su madre abadesa. Fue aquí donde murió, el 9 de marzo de 1463.