Fecha de publicación: 3 de abril de 2022

Descendía de nobles borgoñones y fancos. Su nombre, Burgundófora es “baronesa de Borgoña”. También se le conoce como Santa Burgundófera. Cuando era aún una niña sus padres eran frecuentemente visitados por San Columbano, fundador del monasterio de Luxeuil. Este santo quería mucho a la niña y reconoció en ella grandes virtudes. Le enseñó a amar a Cristo, a orar y a hacer caridad a los pobres, y Burgundófera le tomó mucho afecto.

Burgundófera decidió ser religiosa y para ello habría contado con la ayuda de San Columbano. Su padre tenía otros planes: un matrimonio con un noble de la corte del rey Teodeberto II, pero Burgundófera enfermó y su padre desistió cuando San Eustacio le convenció de la vocación de su hija. Además, vio que Burgundófera tenía verdadera vocación, pues huyó de casa y se refugió en el templo de San Pedro de la ciudad. El obispo Gondoald de Meaux le impuso el velo en el año 614 y en el 620. Burgundófera fundó su propio monasterio, dedicado a Santa María, San Pedro y San Pablo, y bajo la regla de San Columbano.

Jonathan de Faremoutiers cuenta algunos sucesos que, si son reales, hablan bastante de Burgundófera: unas monjas, hastiadas de la vida religiosa intentaron escapar de noche, cuando en ello estaban un globo de fuego descendió del cielo e incendió el monasterio. Sorprendidas las fugitivas, Burgundófera las castigó en la cárcel monástica. En otra ocasión dos monjas jóvenes se negaban a hacer confesión de faltas tres veces al día, como mandaba la regla y se escaparon. Fueron perseguidas, devueltas al monasterio y encerradas, situación en la que murieron. Entonces Burgundófera ordenó arrojar sus cuerpos fuera de los muros sagrados del monasterio. Y un último suceso, que me encanta, por incluir un animal: Un día vio un gran cerdo sentado junto a una monja en el refectorio y le fue revelado que esta pecaba de gula, llegando a robar alimentos de la despensa y que así de enorme como el cerdo era el espíritu de la codicia que había dominado.

Fue abadesa del monasterio durante unos 40 años, y murió entre los años 655 y 657,. La fama de milagrosa de Burgundófera no se hizo esperar y los peregrinos llenaron el monasterio con sus visitas y donativos. En 1617 ocurrió un milagro plenamente documentado con testigos y datos médicos: una monja, hija del Tesorero de Finanzas de París, perdió la vista, la visitaron importantes médicos, pero nada pudieron hacer, salvo matarle los nervios de los ojos para evitarle los dolores. El 7 de diciembre de 1622, fiesta de la Santa, la monja pasó tres veces sobre sus ojos la reliquia de Santa Burgundófera, expuesta a los fieles e inmediatamente comenzó a ver. Sus reliquias están, principalmente en Faremoutiers y en Champeaux.