Fecha de publicación: 10 de septiembre de 2021

Nació fruto de una peregrinación, como un milagrito de Dios. La leyenda cuenta que sus padres, siendo ya de edad avanzada, escucharon en oración que debían de acudir a peregrinar a la tumba de San Nicolás de Bari impetrar la gracia de poder concebir. Al regresar de la ciudad, ya estaban esperando un niño que no dudaron en llamar Nicolás.

Ingresó de niño en los agustinos de su pueblo natal como estudiante y novicio. Su vida ya se encauzó definitivamente con su ordenación sacerdotal en 1273. Permaneció treinta años en el convento de Tolentino dedicado a visitar a los enfermos, consolar a los afligidos y socorrer a los pobres. En una ocasión tuvo una visión de la Virgen María que le daba de comer unos bocados de pan, con lo que quedó repentinamente sano. En memoria de ello, se bendicen en el día de su festividad los “panecillos de San Nicolás”.

No es uno de esos santos conocidos por su gran ciencia o por sus escritos, pero sí por la fuerza que tenía su predicación, en obras y palabras. Visitaba los barrios pobres de la ciudad, con especial atención a sus necesidades corporales y espirituales. Era un asceta austero y místico, que ofrecía penitencias al tiempo que vivía muy pegado a la vida de comunidad. Era muy cercano a los habitantes de Tolentino.

Otra de sus visiones fue de las almas del Purgatorio que le solicitaban sufragios, de ahí que se le considerase patrono, porque ofreció muchos sacrificios y votos por ellas. Era un confesor que se comentaba que a veces aliviaba las penitencias para reservarse él el completarlas por el otro.

Otro gran secreto fue su intensa vivencia de la comunión eucarística. Se preparaba para la Misa con el dolor de los pecados y la confesión sacramental incluso diaria. Refieren los testigos tanto religiosos como laicos que no dejó de celebrar la Santa Misa aún con los achaques de la enfermedad, repetidas veces se acercaba apoyado en un bastón y otras, llevado en volandas, a peso.

Cuando ya se estaban agotando sus días, alguien le preguntó “Padre, ¿por qué está tan alegre y contento?” EL P. Nicolás respondió “Porque mi Dios y Señor Jesucristo, acompañado de su Santa Madre y de mi Santo Padre Agustín, me está diciendo: ¡Vamos! Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor”. Confortado con el Viático, murió en el 1305.