Juan (o a veces Guillermo) Plessington, ejecutado el 19 de julio de 1679, y canonizado por SS Pablo VI entre los «Cuarenta mártires de Inglaterra y Gales», el 25 de octubre de 1970, no se diferencia demasiado del curso vital que conocemos de otros mártires del mismo período: también a él, sacerdote católico de incógnito en Inglaterra, le toco ser blanco de la acusación en el presunto «complot papista paraa asesinar al rey» que «desveló» (en realidad, inventó) el protestante Titus Oates, y que, cuál no fuera el descarado perjurio, que el propio Oates fue luego juzgado y condenado a muerte, aunque finalmente fue indultado. Pero mientras tanto, mientras el supuesto complot era «verdad oficial», muchos
católicos, especialmente sacerdotes, perdieron la vida acusados de la infame trama.

Uno de ellos fue Plessington. Nacido hacia 1637, no se sabe si de familia católica o protestante, lo enconttramos ya cerca de los años 60 en el Colegio Inglés de Valladolid, España, estudiando para sacerdote católico. Recibe la ordenación en 1662 y vuelve a Inglaterra al año siguiente. Puede dedicarse muchos años a un fructífero ministerio, pero en las detenciones por la conjura de Oates, es apresado y condenado a muerte el 11 de julio de 1679. Será ajusticiado en Gallow’s Hill in Boughton, Cheshire, con el salvaje cuanto acostumbrado procedimiento de horca, deshollamiento (aun vivo), dispersión de los restos.

Lo que hace distinto a Plessington es que se conservan las palabras que tuvo gracia de los jueces de poder pronunciar antes de ser ahorcado, un medianamente largo discurso, que transmite la serenidad del ánimo del mártir, pero también ejercita una catequesis dirigida a los espectadores.