Francisco nace en Sales, en la región saboyana de Francia, en el año 1567. Hijo de una familia de la nobleza gala, se fue con 13 años a estudiar a la Universidad de París. Terminó cursando sus estudios superiores de Derecho y Teología, en París y Padua, convirtiéndose en un experto en derecho canónico y civil.

Era un hombre afectado sin duda por las cuestiones de su tiempo. Ya desde joven, leyendo a San Agustín y a Santo Tomás de Aquino, entró en una crisis espiritual pensando en la predestinación de Dios con respecto a él mismo. En el culmen de su duda, que le dejó sin comer varios días, fue a una iglesia de los dominicos y le dijo a Dios: “Señor, cuyos caminos son justicia y verdad, tienes todo en tu mano; cualquier cosa que tu hayas decidido para mí; te amaré aquí, Dios mío, y esperaré siempre en tu misericordia, y repetiré siempre tu alabanza“. Frustrando el sueño que tenía su padre, de convertirse en un gran abogado, Francisco acaba ordenándose sacerdote a los 24 años.

El contexto en que vive San Francisco de Sales es determinante para comprender su papel, en medio de las trifulcas teológico-jurídicas que iban aconteciendo en Francia entre protestantes y católicos. Un ejemplo: al poco de ordenarse, se le ve en Ginebra, metiéndose en una región dominada por calvinistas, expulsado de allí y sobreviviendo a dos intentos de asesinato.

Se presentaba en las casas con libelos propios, elaborados a mano, entablando amablemente amistad con la gente de la zona, que acababa reconsiderando el postulado calvinista y volviendo a la fe católica. Su fama creció y acabó como obispo de Ginebra. Agradó al rey de Francia, Enrique IV, pero él prefirió seguir en Ginebra.

Como le preocupaban de verdad sus feligreses, se dedicó a escribir mucho, a instruyéndolos con constancia, llevando además un estilo de vida austero y alegre. Hacía su penitencia, pero siempre desde una razón amorosa, mortificando mente, voluntad y corazón para tratar de ajustarse a la voluntad de Dios, buscando su presencia cotidiana.

Murió con 55 años. Canonizado por el Papa Alejandro VII, recibió su título de Doctor de la Iglesia por sus obras y vida santa en 1877.