Fecha de publicación: 7 de abril de 2022

Enrique Walpole era de buena familia y había nacido en Norfolk. Estudió leyes en Cambridge y vivió en Gray’s Inn. Dándose cuenta de que las autoridades sospechaban de él y sintiéndose llamado al sacerdocio, fue primero a Reims y luego a Roma, donde ingresó en la Compañía de Jesús.

Después de sus últimos votos, fue como misionero a Lorena y más tarde a los Países Bajos; allí los calvinistas le tuvieron prisionero durante un año. Cuando salió de la prisión, pidió a sus superiores que le mandasen a la misión de Inglaterra, pero éstos le nombraron profesor de inglés en los seminarios de Sevilla y de Valladolid. Después fue nuevamente a misionar en Flandes. Finalmente, recibió de sus superiores la autorización de partir a Inglaterra.

Desembarcó en Flamborough Head, el 4 de diciembre de 1593. No habían pasado ni veinticuatro horas cuando fue arrestado y trasladado a York. En los interrogatarios, Walpole confesó abiertamente que era sacerdote de la Compañía de Jesús y que había ido a Inglaterra a salvar almas.

De York fue enviado a la Torre de Londres, donde le torturaron catorce veces. Según parece, no se mostró muy valiente en la prueba, pero lo cierto es que no denunció a nadie ni abjuró de la fe. La crueldad del verdugo Topcliffe era tan grande que uno de los carceleros, compadecido del santo, le dio un colchón de paja y avisó a sus amigos que el Walpole no tenía ni cama, ni cobertores, a pesar del frío del invierno.

Al cabo de un año de prisión, Walpole fue nuevamente trasladado a York. El juicio tuvo lugar a mediados de la cuaresma y el santo fue condenado a muerte por delito de traición.