Fecha de publicación: 2 de septiembre de 2022

De acuerdo con la leyenda oriental, Antonino era un tallador de piedra sirio que con un extraordinario desinterés reconvino a los idólatras de su ciudad natal por adorar imágenes de piedra. Después de aquel acto impetuoso, salió apresuradamente de la ciudad y se refugió en la celda de un ermitaño con el que vivió durante dos años.

Luego de todo esto, Antonino decidió regresar a la ciudad y tuvo el desconsuelo de advertir que los habitantes aún rendían culto a los falsos dioses, por lo cual adoptó una actitud más enérgica todavía: entró a los templos y arrojó por tierra a los ídolos. Después, huyó más que de prisa de la ciudad y se refugió en Apamea. Allí, el obispo le dio instrucciones para que construyera una iglesia, a lo que accedió Antonino.

Cuando Antonino comenzó a edificar la obra, los paganos se enfurecieron a tal punto que, tras de organizar un tumulto para acabar con la construcción, asesinaron a Antonino, que ni siquiera trató de defenderse. El santo no tenía más de veinte años de edad.

El cuerpo de Antonino fue desmembrado y enterrado en una cueva, sobre las que el obispo había construido una basílica dedicada al santo, pero en el siglo VII fue destruida.

Por tanto, las reliquias del mártir fueron llevados a Francia antes de ser trasladado a España en Palencia, ciudad donde es el Santo Patrón.