Hay muchos datos sobre él que se desconocen o que no se saben con seguridad. Sabemos que nació en Emesa, Siria. Su pontificado comenzó con la visita de San Policarpo. Un encuentro clave para el futuro de las iglesias griega y latina. Los de Oriente seguían la tradición joánica, mientras que los de Occidente la tradición de Pedro. Aunque no hubo acuerdo, se despidieron manteniendo la comunión. Gracias a ello seguramente pudieron resolverse más tarde estas cuestiones en el Concilio de Nicea.
Su labor como pontífice fue la de pastorear la Iglesia en una época en que el griego era la lengua de culto y los cristianos iban creciendo en número admirable, en medio de persecuciones y martirios. Al mismo tiempo que la fe crecía gracias al testimonio y la predicación, lo hacían las doctrinas más heterodoxas, especialmente de carácter gnóstico, contra las que tuvo que lidiar San Aniceto. Uno de estos gnósticos fue Marción, que decía que había dos principios: el bueno era Dios y otro el espíritu maléfico que creó el mundo, la materia y el cuerpo.
No se sabe a ciencia cierta si fue coronado mártir o no, aunque figurase en el Martirologio Romano. Murió hacia el año 166 durante la persecución del emperador Marco Aurelio.