Es difícil reconstruir la historia de san Andrés de un modo coherente. Según parece, era uno de los capitanes del ejército de Galerio, enviado por Diocleciano contra los persas. Durante una batalla, Andrés invocó el nombre de Cristo, pues había oído decir que era un protector muy poderoso, y exhortó a sus hombres a hacer lo propio. El pelotón de Andrés triunfó, y la victoria se atribuyó a la invocación del nombre de Cristo. Entonces, el capitán y algunos de sus hombres determinaron hacerse cristianos, por lo cual fueron denunciados ante Antíoco, su jefe inmediato.
Sin saber qué medidas tomar, éste escribió a Galerio y el general, reacio a desmoralizar a sus hombres con la ejecución de varios valientes soldados al día siguiente de la victoria, ordenó a Antíoco, que diese de baja a los cristianos y esperase una oportunidad mejor para castigarlos. Andrés y sus compañeros se transladaron a Cesarea, en Capaducia, donde fueron bautizados por el obispo Pedro. Seleuco, el gobernador militar de Cilicia, mandó arrestar a los neófitos. Estos huyeron a las montañas de Taurus, pero fueron aprehendidos y ejecutados ahí.
En el Oriente se profesa gran devoción a san Andrés, a quien se da el título de “Megalomártir” (gran mártir). Ignoramos cuántos fueron sus compañeros. No existen huellas de culto primitivo a san Andrés, la leyenda de su martirio se popularizó muy posteriormente.