Fecha de publicación: 26 de enero de 2023

En el año 1152 un cardenal inglés, Nicolás Breakspeare (que luego será papa con el nombre de Adriano IV), visitó Noruega como legado de la Santa Sede, y dejó una nueva organización de la Iglesia en ese país, consistente en la sede metropolitana de Nidaros (Trondheim), y diez obispados sufragáneos, entre los que se encontraban algunos territorios que más tarde pertenecerían a la Iglesia de Escocia, o territorios que terminaron siendo civil y eclesiásticamente independientes, como Islandia y Groenlandia.

Cinco años más tarde, fue nombrado segundo arzobispo de Nidaros Eystein Erlandsson, capellán del rey Inge [Eystein es la forma escandinava de Agustin, cf. el Inglés, Austin]; un nombramiento que violaba, de hecho, las normas para los nombramientos canónicos establecidas por el cardenal Breakspeare. Pero resultó ser la obra de vida del nuevo arzobispo mantener el derecho de la Iglesia de llevar a cabo sus asuntos sin injerencia de “los ricos y grandes”, y finalmente llevar a la iglesia noruega al patrón general de la cristiandad occidental europea de ese tiempo. Después de su nombramiento, Eystein se dirigió a Roma, pero no se sabe exactamente cuándo o dónde fue consagrado obispo por el papa Alejandro III, y recibió el palio arzobispal.

En cualquier caso, no volvió a su tierra hasta el 1161, cuando retornó como legado del papa “a latere” (es decir, enviado por el papa, no nombrado en el lugar). Uno de sus primeras tareas fue finalizar las obras de ampliación de la catedral, la Iglesia de Cristo, de Nídaros, algunas de cuyas reformas aun existen. En la obra que escribe sobre san Olaf, san Eystein relata su rápida recuperación de un accidente sufrido por él cuando un andamio del edificio se derrumbó: lo atribuye precisamente a la intercesión de Olaf.

Después de la muerte del rey Haakon II, Jarl Erling Skakke quería conseguir que su hijo de ocho años de edad, Magnus, fuera reconocido como rey de Noruega. Y en 1164, probablemente a cambio de concesiones tocantes a los derechos eclesiásticos, el arzobispo Eystein ungió y coronó al niño en Bergen, lo que fue la primera coronación real en la historia noruega.

La relación entre el arzobispo y el padre del rey siguió siendo de estrecha colaboración, y pudo ser promulgado un código de leyes de san Eystein, algunas de las cuales eran de gran inportancia para la disciplina y el buen orden de la Iglesia. Sin embargo, una cuestión que no parece haberse abordado de manera directa era el celibato sacerdotal, que no se observaba en las iglesias escandinavas de ese tiempo. Es quizás por esta razón que san Eystein fundó comunidades de canónigos regulares agustinos, para dar un ejemplo al clero parroquial.

La mayor parte de las actividades de san Eystein que han llegado hasta nosotros son asuntos de la historia general de su país, y no de su propia vida, y fueron dirigidos siempre a fortalecer la libre acción del poder espiritual en medio de un pueblo unificado. Esto lo puso en colisión con el rival de Magnus por el trono, Sverre, y en 1181 el arzobispo tuvo que huir a Inglaterra, de donde se dice que excomulgó a Sverre. Jocelyn de Brakelond, el cronista de la abadía de St Edmundsbury en Suffolk, escribe: «Mientras que el cargo de Abad estaba vacante, el arzobispo de Noruega, Agustín, vivió con nosotros en las dependencias del abad, y por orden del rey recibió diez chelines todos los días de los ingresos del abad. Él nos ayudó mucho a conseguir la libertad de elección … ». Es significativo que san Eystein tuvo una fuerte devoción por santo Tomás Becket, que más tarde llegó a ser muy conocido en la Iglesia noruega, y es razonable suponer que visitó su santuario en Canterbury. Parece que fue durante este exilio en Inglaterra que escribió su «Pasión y Milagros de San Olaf».

Eystein regresó a Noruega en 1183, y estaba en su barco en el puerto de Bergen cuando Sverre atacó el barco de Magnus y obligó al rey a huir a Dinamarca. Al año siguiente Magnus perdió la vida en otra etapa de la lucha, pero se puede suponer que el arzobispo se había reconciliado ya con el rey Sverre.

San Eystein murió el 26 de enero de 1188, y en 1229 un sínodo en Nidaros lo canonizó localmente. Este decreto no ha sido confirmado nunca por Roma, aunque las investigaciones preliminares se han iniciado varias veces, pero siempre se detuvieron por distintas razones. Mateo de Westminster en el siglo XIII se refiere a él como un hombre cuya santidad fue atestiguada por auténticos milagros. Como se ha dicho, la obra de san Eystein consistió en romper el dominio de una nobleza semibárbara sobre la Iglesia de Noruega, para ponerla más libremente a trabajar en paz por sus hijos. Esto significó que su propia vida estuvo volcada al conflicto, en el que aprendió por experiencia lo que encerraban las palabras de su amigo Teodorico: «Una cosa es controlar la temeridad de los impíos por medio de la fuerza terrestre y la espada, y otra muy distinta es llevar a las almas suavemente, con la ternura y el cuidado de un pastor.»