Fecha de publicación: 27 de febrero de 2023

Querido D. Javier:

Aunque sólo llevo unos meses en Granada, y como sucesor suyo en esta sede de san Cecilio y san Gregorio Bético, deseo, además de las palabras que le dirigirá el Vicario General al final de la celebración, expresarle mi gratitud y con ella la de esta iglesia particular por sus dos décadas de entrega a nuestra Diócesis de Granada, a las que precede otros servicios episcopales en las queridas diócesis de Madrid y de Córdoba.

Personalmente, y por lo que se refiere a mi y a mi persona, sólo tengo palabras de gratitud por el cariño y deferencia con que me ha tratado desde que tuvo conocimiento de mi nombramiento, y sobre todo desde mi llegada a Granada, a la par que la libertad e independencia que con grandeza de ánimo me ha otorgado en estos meses, para que pueda conocer de manera directa la realidad eclesial. Todo ello con gran generosidad y cercanía fraterna, expresión viva de comunión episcopal y con sufrimiento por su parte –por qué no decirlo- debido a las limitaciones físicas que le han sobrevenido también en este tiempo. Gracias, D. Javier.

No han sido fáciles para usted estos años de pastoreo en el contexto de estas dos décadas del nuevo milenio por el cambio cultural complejo que vivimos, del que usted ha sido un vigilante atento –literalmente, episcopos, obispo- para preservar la identidad cristiana de nuestra diócesis y a la vez denunciar lo que enmascarada o abiertamente suponía un peligro para el pueblo de Dios. Para ello, con su amplio bagaje cultural y apostólico no ha escatimado esfuerzo personal frente a las amenazas y mantener viva la Tradición cristiana y la fe de nuestro pueblo con obras que permanecen al servicio de la Iglesia. Gracias, D. Javier.

También, en el ejercicio de la tarea pastoral, con un profundo amor a Dios y a su Esposa la Iglesia de Granada, como le gusta decir, las contrariedades han acompañado su itinerario cristiano. Pero lo que queda es la estela de realidades eclesiales vivas, presentes sobre todo, en las personas que han experimentado su cercanía y oficio de amor de pastor de su Iglesia -como decía san Agustín- y que quedarán en la memoria de esta Iglesia, sobre todo en los más sencillos y necesitados. Gracias, D. Javier.

Pero estas contrariedades, advertidas por Jesús, nuestro Maestro, a sus seguidores, no le han privado de ser inmensamente feliz en su ministerio pastoral granadino, viendo crecer el fruto de su siembra y disfrutar del cariño de las buenas gentes de Granada, de sus pueblos y ciudades, de sus costumbres y tradiciones religiosas, de los logros de una Iglesia que viene de los inicios de la evangelización y mira el futuro con esperanza en el Señor Jesús, verdadero obispo y pastor de nuestras almas.

Querido D. Javier, esta Eucaristía de acción de gracias por antonomasia a Dios es para nosotros gratitud hecha plenaria por usted y no despedida en absoluto, ya que continuará, como he dicho, viviendo entre nosotros, en esta su casa, en esta su Iglesia. Gracias, D. Javier.

+ José María Gil Tamayo
Arzobispo de Granada

25 de febrero de 2023
S.I Catedral de Granada

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