La pandemia está teniendo un fuerte impacto en las mujeres, que incrementa las cifras de desempleo, los contratos a tiempo parcial o su presencia en la economía informal. Especialmente precarias son las condiciones de las mujeres jóvenes, que duplican los datos de parcialidad respecto a los hombres.
También se ha producido un auge de la trata con fines de explotación laboral, solo por detrás de la explotación sexual. “Mujeres traídas bajo promesas de un trabajo digno, cuando lo que les espera es una situación de esclavitud y amenazas continuas”, aseguran en el manifiesto con motivo del 8 de marzo, Juntas construyendo amistad social. Por ello, la HOAC y la JOC abogan por “el establecimiento de los controles e inspecciones oportunas en los lugares de trabajo para asegurar que se cumplan las leyes contra la trata de personas”.
Para estos movimientos de trabajadoras y de trabajadores cristianos, “la conciliación familiar sigue siendo un asunto pendiente”. Consideran que la fórmula del teletrabajo que se ha extendido con la crisis sanitaria, puede convertirse en “un arma de doble filo para las mujeres”, por el incremento en la carga de las tareas domésticas y de cuidados, así como por la pérdida en las relaciones laborales comunitarias.
Entienden que para que se extienda la corresponsabilidad, es necesario “promover una educación basada en valores de igualdad, respeto, solidaridad y complementariedad”. Además, apuestan por un profundo cambio del modelo económico y cultural que posibilite que todas las mujeres tengan derecho a un trabajo digno.