Fecha de publicación: 30 de septiembre de 2019

En una tarde calurosa y rebosante de gente, la Virgen salió bajo palio de su Basílica precedida del largo cortejo desfilando bajo mazas, conformado por todas las autoridades y representates de la Real Federación de Hermandades y Cofradías.

Apenas cinco horas de recorrido bastaron para congregar a las decenas de miles de personas, granadinos y no granadinos, turistas y curiosos, creyentes y no creyentes, que abarrotaron balcones y calles de Granada por las que desfiló la talla de la Virgen de las Angustias.

Más de una hora antes de su salida, cientos de personas ya se agolpaban en la Carrera de la Virgen para contemplar la imagen de la patrona sostenida por sus horquilleros. No faltaron los aplausos, vítores, cohetes y cantos a la patrona a lo largo del itinerario, sumados a los innumerables rostros que contemplaron la figura doliente de la Madre de Dios.

Con sus velas encendidas como gesto de oración, los fieles acompañaron a la imagen de la Virgen, que procesionó ataviada con el llamado “manto de la ciudad”, sufragado por pequeñas aportaciones nacidas de la devoción de miles de granadinos durante el siglo XIX.

EN COMUNIÓN CON LA MADRE DE DIOS

Durante su predicación en la Eucaristía del domingo por la mañana, el Arzobispo de Granada, Mons. Martínez, habló de la importancia del sacrificio redentor de Cristo para la vida de cada cristiano, destacando que la muerte de Jesús no puede ser vivida “como un castigo” para el hombre, sino como la forma de Dios para “abrazar nuestra humanidad”.

El sacrificio de Cristo es, ante todo, una respuesta a la soledad y al dolor de cada hombre, “para que todos podamos sentirnos que no estamos solos en nuestra cruz y en nuestra pasión, en nuestros dolores, los dolores que padecemos, que son fruto, la inmensa mayoría de ellos, del pecado del mundo, ¡de nuestros pecados!”, apuntó. “Esos pecados están de antemano abrazados, repito, por el amor infinito de Jesús, y están abrazados por su Madre”.

El dolor de María, grabado en el rostro de la imagen de la Virgen de las Angustias, es el reflejo de la forma en la que cada uno puede “tener conciencia de que cualquier sufrimiento, del tipo que sea, es una parte de la Pasión de Cristo”; y, al mismo tiempo, una ocasión para cada cristiano de unir sus sufrimientos conscientemente a esa entrega hasta la muerte de Dios. “aunque no nos demos cuenta, aunque a lo mejor en ese momento el dolor sea tan grande que no estemos más que gritando o suspirando, o ni siquiera eso, ya sin fuerzas, en la cama de un hospital, nada más que un pequeño quejido… ahí está el Señor”, concluyó.

Después de su paso por Gran Vía, Pasiegas y Alhóndiga, la procesión de la Virgen encaró el tramo final del recorrido por Acera del Darro antes de su regreso a la Basílica, que tuvo lugar una hora más tarde de lo estimado, hacia las 23:30 horas.

Finalizó así una procesión respetuosa y alegre, en la que la Virgen pudo embellecer las calles de Granada, motivando la devoción y simpatía de toda clase de gentes.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada