Usted se define como un “trotamundos”, ¿por qué?
Bueno, a lo largo de toda mi vida he pasado por muchos lugares tanto en mis años de estudio y formación como seminarista, como después ya como sacerdote. Tuve la oportunidad dentro de la Orden Dominica de estudiar filosofía y teología en Cantabria y Salamanca. Mi ordenación fue en Pamplona, en 1972.
¿Cómo se sintió atraído por la vida sacerdotal y por la Orden dominica?
Fue de una manera “casual”. En el colegio, en Algeciras, tenía compañeros que querían ser sacerdotes. Recuerdo que cuando veía al sacerdote de mi parroquia con sotana negra y un poco solo, me echaba para atrás esa soledad. Pero un día vi por la calle a un sacerdote que llevaba la sotana de color blanco, me llamó la atención y no pude resistirme a preguntarle. Me dijo que era dominico, me contó como era su vida en la Orden y en cuanto me habló de que ellos vivían en comunidad supe que eso era lo mío. La vida comunitaria fue lo que me atrajo.
¿Qué significa para usted la figura de Santo Domingo?
Para mí Santo Domingo fue un viajero, un fundador que dio mucha importancia a la formación, a la reflexión. Los dominicos tenemos ese sello de la vida y la oración común. Me identifico con Santo Domingo.
¿Cuáles han sido sus destinos pastorales en estos 50 años?
Muchos. He estado en Córdoba, Asturias, Ginebra, Bilbao, República Dominicana, Vigo, Madrid, Almería y finalmente en Granada desde 2016. Especialmente tengo muy buenos recuerdos de República Dominicana donde pude servir en la parroquia de la Santa Cruz, en el Seiro, a los fieles dominicanos y también haitianos. En Vigo estuve 20 años, el destino en el que más tiempo he permanecido.
Actualmente sirve la Iglesia de Granada en la iglesia de Santo Domingo, ¿qué es lo mejor y lo más desafiante de la vida sacerdotal desde su experiencia?
Lo mejor de ser sacerdote es el contacto con la gente, tener la misión de llevarlos a Dios y acercarlo a su vez a ellos. En general, creo que hoy en día el desafío para los cristianos, incluidos lo sacerdotes, es el desinterés general que hay en la sociedad por lo religioso. También el Espíritu Santo es un desconocido. Especialmente en España hay mucha devoción mariana pero la tercera persona de la Trinidad casi no se conoce.
Palabras para un joven que siente la llamada al sacerdocio…
¡Merece mucho la pena! Tener a Dios y poder transmitirlo a otros con ilusión y ternura.
Una plegaria.
Nunca pido nada para mí. Para el mundo la paz, la dignidad para las personas, la salud para los enfermos. Si tuviera que pedir algo relativo a mí sería que el Señor esté siempre conmigo, que nunca me olvide de Él.
María José Aguilar
Secretariado de Medios de Comunicación Social