Fecha de publicación: 21 de diciembre de 2022

La esperanza del Reino del Dios vivo para un mundo nuevo es el don del Mesías, que sigue alentando la misión de colaborar cada día para lograrlo al ser también tarea inevitablemente nuestra. Si se dice que “la esperanza es lo último que se pierde”, hablando en cristiano hay que añadir que es lo primero que se goza en el encuentro creyente con el amor de Jesucristo.

Lo han mostrado muy bien los verdaderos cristianos en todos los tiempos y lugares donde lo han sido. También hoy entre nosotros. Es la esperanza teologal la que moviliza mentes y corazones para buscar salidas dignas, hasta encontrarlas, a los sufrimientos y desdichas de los más pobres y faltos de vida. Compartiendo con ellos anhelos e iniciativas liberadoras de miserias, injusticias, mentiras y violencias que producen tantos desesperos.
Liberar vidas esclavizadas de la deshumanización que padecen poniendo en ellas semillas del Reino de Dios cultivándolas para dar abundantes frutos. Abrir, con los empobrecidos, procesos continuos de concienciación y actuaciones coherentes para que ellos mismos puedan reconocer y activar la valía permanente de su dignidad humana y divina.

Pues son invitados a participar corresponsablemente en su promoción integral: cultural y social, económica y política, espiritual y cristiana; a contracorriente de la manipulación y utilización reinante, de la marginación y humillación disimuladas o descaradas.

Y todo esto, no al margen de la fe en Jesucristo, sino precisamente por ella, pues nos estimula en todo instante a concretar el mandamiento nuevo de su amor en múltiples servicios gratuitos a sus hermanos más empobrecidos y abandonados, reclamo del Evangelio para todos los creyentes y mucha gente honrada.

Acoger con los excluidos de la calidad de vida digna la inmensa bondad del Padre del cielo, pasándola a toda clase de acciones sanadoras, liberadoras, reparadoras e integradoras, no en la alienada y alienante sociedad de consumo, sino en la creación de la fraternidad humana universal.

Vida rica en relaciones amistosas y colaborativas, con austeridad consciente, libremente asumida, para poder ser globalizada beneficiosamente en todas partes. Y muy repleta de felicidad evangélica, que ni se compra ni se vende, sino que se comparte gratuitamente, como signo de la evangelización mesiánica pendiente.

Confiamos estas palabras a los cristianos de Granada. Y a muchas más personas, que sinceramente se desviven con los medios a su alcance por corregir el rumbo de vida tan errante que se arrastra, poniendo en circulación nuevas acciones humanizadoras a nivel personal y comunitario.

Si evitamos los términos usuales, acostumbrados en estos días, es por si ya su repetición hiciera menos mella. Y sea más interpelante un lenguaje que pueda hacer pensar y actuar con más hondura de fe, más altura de miras y más anchura de horizontes; también, por otro respeto a los más últimos, y a quienes encarnan, en comunión con ellos, pensares, sentires y quehaceres humanizadores y evangélicos.

Aprovechamos esta reflexión para recordar la obra del Proyecto Jericó, que fruto del Año de la Misericordia, desde el seno de nuestro Arciprestazgo, nació con la intención de poder ofrecer un techo y un trato humano digno, al menos por unos días, a todas aquellas personas que se ven forzadas a dormir al aire libre. Se puede ayudar con una aportación económica a través de la cuenta del Banco Santander ES 20 0075 0010 05 0602130011. Una forma concreta de vivir y practicar la Esperanza de la Navidad.

Arciprestazgo “Virgen de las Angustias” de Granada