Acompañado por las oraciones de infinidad de gente, que le conmovieron hasta sus últimos momentos, el capellán del colegio Mulhacén subía a la Casa del Padre después de varias semanas de lucha contra el virus.

“Guardaremos siempre en nuestra memoria a D. Miguel como un hombre inteligente, profundo, gran amigo de Dios y muy alegre. Le damos las gracias a Dios por el regalo de haberlo puesto a nuestro lado: siempre con una sonrisa, enseñándonos de una manera sencilla a vivir para amar y servir a los demás”, han dicho desde el colegio.

Además de su entrega en este centro educativo, el capellán del Mulhacén antendió a multitud de personas desde su experiencia como juez de la curia diocesana.

Descanse en paz, D. Miguel.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada