Tras haber sido el epicentro de los últimos terremotos habidos en Granada, la localidad de Santa Fe recibió la visita de Mons. Martínez en el último día de la octava al Corpus Cristi. Los fieles de la comunidad parroquial de espíritu concepcionista, entre los que destaca el grupo local de adoración nocturna y los miembros de la Hermandad del Santísimo Sacramento, celebraron la Eucaristía de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús recordando el amor misteriosamente concreto y humano del Señor por cada uno.
Junto al Arzobispo, concelebrando en el presbiterio se encontraban también el Vicario General, D. Francisco Javier Espigares, el párroco de la iglesia, D. Eduardo Martín, además de la asistencia extraordinaria del sacerdote miembros del Tribunal de la Rota, D. Jesús Rodríguez Torrente.
EL CORAZÓN HUMANO DE DIOS
En este último día de Octava y víspera del Sagrado Corazón, el Arzobispo quiso recalcar la sencillez que envuelven tanto el misterio del Corpus Christi como la de la Solemnidad del Sagrado Corazón. Ambas solemnidades, hablan de la humanidad del amor de Cristo, que revela que “Dios es amor”.
Recordó cómo la devoción al Sagrado Corazón nace en Francia, en un momento histórico muy marcado en la iglesia por el rigorismo del jansenismo. “La devoción al Sagrado Corazón nos recuerda que Dios no es ese Dios lejano y justiciero que está detrás de nosotros para ver qué es lo que hacemos mal”, dijo D. Javier, “sino que Dios es amor y que Dios nos ama en su hijo Jesucristo con un corazón humano”.
Esa humanidad de Cristo, que ha decidido vivir una vida de hombre con cada uno, es lo más importante de esta Solemnidad, llamada a abrir las entrañas del pueblo cristiano al contemplar la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
“Me parece que es provindencial que coincida esta celebración del Sagrado Corazón de Jesús con la Octava del Corpus, justamente porque ese ‘yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’ nunca sería lo mismo si recordásemos solo lo que sucedió hace 2000 años”, dijo el prelado, “porque solo lo que es presente tiene el poder de abrir nuestro corazón, y el Señor se ha quedado con nosotros en los sacramentos de la Iglesia y en ese sacramento central que es la Eucaristía”.
LA IGLESIA ES TAMBIÉN EL CUERPO DE CRISTO
Dicho eso, Mons. Martínez recordó que Dios está más allá de los templos y capillas de adoración. “Cristo no ha venido para que lo adoremos, Cristo ha venido para transformar nuestra vida”, exclamó, “para llenar nuestro corazón y permitirnos vivir en la libertad gloriosa de los hijos de Dios y en la esperanza de la promesa de la vida eterna”.
“Que nuestras vidas sean una prolongación de la Eucaristía, porque si nosotros nos alimentamos de Jesucristo y del amor de Dios hecho en Jesucristo”, concluyó el Arzobispo,“el mundo solo renacerá cuando en nosotros puedan reconocer un eco, un reflejo, que se pueda ver en nuestro afecto, del amor con que Dios ama a cada uno”.
Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada