Fecha de publicación: 7 de febrero de 2020

Jaime León es la persona que este año acerca a los granadinos uno de los proyectos que con sus aportaciones, a través de Manos unidas Granada, contribuyen a sacar adelante proyectos de desarrollo y cooperación en muchos países del mundo. En esta ocasión, en el marco de la 61 Campaña contra el hambre, dedicada al cuidado de la tierra y las consecuencias perjudiciales que su mal uso tiene en las personas, conversamos con Jaime León y el proyecto que se lleva a cabo en territorios de pueblos indígenas, para ayudarles a cultivar y formación en la defensa de sus derechos como indígenas.

En qué consiste este proyecto que tenéis en marcha con Manos Unidas.
El título es soberanía alimentaria y fortalecimiento cultural y organizativo para pueblos indígenas en un departamento de la oriconía colombiana llamada Casanare. Estos indígenas están en la zona oriental del Departamento y son varios pueblos, son diez en todo el Resguardo Indígena, pero hemos apoyado el año pasado a tres comunidades de esos diez pueblos que son indígenas semi nómadas que están en una situación muy difícil de hambre, de no saber cultivar. Desde hace unos años, la Corporación Claretiana con Manos Unidas viene apoyándolos. Entonces, lo que hacemos es llevar herramientas, semillas, adecuar las semillas que hay en la región, que son nativas, y con los técnicos, que viven en el resguardo, enseñan a los indígenas a cultivar y les enseñan sus derechos para que los exijan al estado colombiano, para que tengan voz y para que tengan participación política.

Cómo se ha puesto en marcha esta infraestructura para ayudar a los indígenas.
Ir a Caño Mochuelo es muy lejos. Son tres días desde la capital del país, desde Bogotá. Hay que ir en un camión y hay que esperar que sea la época de verano, para que pueda el camión entrar, o en la época de invierno, por los ríos en unas lanchas muy grandes, donde se ponen todas las herramientas, los insumos, las semillas, para poderlas ingresar en el Resguardo. Son tres días prácticamente de camino, de viaje. Se llega allí con las herramientas, los insumos, y en el Resguardo ya hay otras semillas que se compran a otros indígenas o se comparten con otros indígenas, y se distribuye en las comunidades donde se va a trabajar. Son pueblos ancestrales, con muy pocas personas. Algunos tiene 150 personas y otros 120. Han sufrido últimamente los estragos de la violencia que vive Colombia y la comunidad se rompió en dos y una parte se desplazó a otro departamento de la orinoquía. Son comunidades que viven siendo asediadas por la violencia, por los terratenientes, por los petroleros, por los grupos armados, y por eso sufren unos impactos muy fuertes. Por eso, la ayuda que han dado en Granada para poderlos socorrer, para que no desaparezcan y para que exijan sus derechos es muy importante.

Con Manos Unidas, el proyecto se hace a través de Corporación Claretiana. De qué se ocupa esta Corporación.
Es una organización de la sociedad civil colombiana que defiende los derechos de los indígenas, de los campesinos y que les ayuda con soberanía alimentaria para que tengan ellos la capacidad de resistir ante tanta violencia que vive el país. Sufren la discriminación en el país, que es altísima, llamándolos despóticamente, porque tienen unas costumbres y creencias diferentes. En ese sentido, la Corporación Claretiana hace un trabajo para defender sus derechos y para brindarles semillas y herramientas para que puedan resistir a la extinción a la que se ven obligados desafortunadamente.

Cómo ha avanzado el proyecto y en qué punto se encuentra ya.
Gracias a Manos Unidas desde el año 2009 y hasta este momento hemos apoyado a seis pueblos. Cada tres años se rotan los proyectos para que se pueda ayudar a tres pueblos diferentes. Esto nos ayuda bastante, porque ellos han aprendido temas de agricultura que no la tenían en su cultura, porque eran pueblos nómadas que habían huido por la selva y que eran perseguidos. Entonces, nunca tuvieron asiento. Ahora tienen un asiento más permanente. Todavía hacen recorridos nómadas, pero no tanto. No los pueden hacer porque las fincas, las tierras están cercadas, han sido acaparadas, compradas, y por eso no pueden circular por las tierras ancestrales. Este proyecto ha ayudado a la siembra de productos de yuca, de maíz, de plátano, de piña, de muchos productos también regionales que se adecúan gracias al proyecto. También ha ayudado para que los indígenas conozcan sus derechos y los exijan ante el estado colombiano, para que salgan a la ciudad a reunirse con gobernantes, con ministros, con directores de instituciones del estado, con la comunidad internacional, para que los conozcan y para que ayude la comunidad internacional a que el estado colombiano los proteja. En ese sentido, estamos cuidando la casa común. Porque cuidar a los pueblos indígenas más frágiles del continente y del mundo, que son éstos, es cuidar la creación de Dios. Lo que ha dicho el Papa: todos somos habitantes de esta casa común, todos debemos cuidarla y quienes más cuidan la casa común son los indígenas. Lo ha dicho también el Papa Francisco, cuando ha visitado los diferentes países de América Latina, y ya se ha reunido con ellas. ¿Por qué? Porque no tienen ambiciones sobre la tierra. Ellos protegen a los animales, las aguas y no tienen una relación agresiva con la tierra, con la casa común, sino que es una relación armónica de la cual ellos viven y sobreviven.

Paqui Pallarés
Directora de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada