Señor, Dios nuestro, Verdad y Bien Sumos, más allá de cuanto podamos decir, pensar o imaginar. Fuente y origen. Consistencia y plenitud de todas las cosas. Padres de todos los hombres, que a todos das la vida y que deseas el bien para todas tus criaturas.

Estamos aquí hoy reunidos por tu bondadosa Providencia, provenientes de diversas experiencias de la Historia, de diferentes tradiciones religiosas y culturales.

Te pedimos que atiendas nuestra súplica por la paz y la fraternidad universal. La paz y la fraternidad han estado siempre amenazadas por la división de la familia humana y por el desconocimiento mutuo, por los prejuicios y la desconfianza, por las pasiones del orgullo y el ansia de poder, del egoísmo y la avaricia, del desprecio o el odio a quienes no son como nosotros y de la indiferencia ante el sufrimiento de los demás.

Pero, nunca ha sido esa amenaza más temible que en nuestro tiempo, en el que tenemos en nuestras manos unos instrumentos tan poderosos de explotación y de poder y de destrucción que hacen temer por el futuro mismo de la humanidad y de la tierra que habitamos.

Señor, y Dios nuestro, ningún mérito podemos exhibir ante Ti por nuestra parte; ningún motivo para exigirTe estos grandes dones de la fraternidad y de la paz que no sean Tu propia Misericordia y Tu fidelidad eterna a Tu designio y plan de Salvación.

Por eso, Señor, Te suplicamos humildemente: infunde Tu espíritu de santidad en nuestros corazones y en nuestras mentes, para que quienes nos llamamos cristianos sigamos verdaderamente la letra y el espíritu del Evangelio de Jesucristo; que no usemos jamás el nombre de Dios, o los cristianos el nombre de Jesucristo, como instrumento de dominio o de explotación, o como justificación del odio, de la injusticia, del abuso, de los malos tratos.

Perdona nuestros muchos pecados a lo largo de la historia en este sentido.

Bendice con la medida infinita de Tu Bondad a quienes han sido víctimas de esos pecados nuestros. Y enséñanos a perdonar, a comprender y a amar a quienes también han sido injustos con nosotros.

Infunde –Te suplicamos de nuevo- Tu espíritu de santidad en nosotros y en todos, para que comencemos con decisión este camino de acercamiento y de conocimiento mutuo; de escucha y de acogida mutuas; de reconciliación y de fraternidad.

Danos la sabiduría de comprender que, acercándonos a Ti, no nos separamos de los demás, sino todo los contrario: que es cuando nos alejamos de Ti y te damos la espalda cuando empezamos a vernos como enemigos; cuando las tradiciones religiosas se instrumentalizan; y cuando se alejan de nosotros las posibilidades de diálogo y de paz.

Danos a todos la fortaleza de vencer los muchos obstáculos que la paz tiene en nuestros corazones y en los de nuestras sociedades; de resistirnos a las voces de sirena que nos aseguran que la paz no es posible, incluso que la guerra es un bien. Y de resistirnos a los intereses políticos o económicos que en nuestro mundo alientan los conflictos y la violencia.

Danos la fortaleza de comprometernos a trabajar juntos eficazmente, cada uno en nuestras circunstancias concretas, por una fraternidad sincera, por una paz duradera y estable, para que seamos dignos de aquella dicha que Jesucristo prometió a quienes trabajan por la paz, en cuyas vidas se refleja la Bondad de Dios.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
16 de febrero de 2022

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