Nuño Álvarez Pereira nació en 1360 en el seno de una familia noble en Bomjardim, Portugal. Empezó lo que parecía ser una ilustre carrera militar a los 13, luchando en escaramuzas fronterizas con los Castellanos durante la invasión de 1373. Rápidamente llegó a ser uno de los líderes militares portugueses. Con sólo 23 años obtuvo su primera victoria en combate impidiendo otra incursión Castellana en la Batalla de Atoleiros.
Por esa corta pero decisiva batalla, Juan de Aviz, cuyo reino él había apoyado, lo nombró Condestable del Reino: comandante en jefe de la armada portuguesa.
Fue el que condujo las armadas militares portuguesas hacia la independencia. Sus hazañas nacionales se narran abundantemente en la historia del país cecino a España. El propio Luis Camoes, el gran escritor portugués, lo rememora en sus libro “Lusiadas”.
Todo le iba bien hasta que murió su mujer. En este momento sintió tal pena por su pérdida que ya sólo pensaba en entrar en un convento y llevar una vida de solitario y penitente.
El había fundado un convento en Lisboa para la Orden de los carmelitas. Después de pasar en él los últimos años de su vida, murió dentro de sus muros – como a él le apetecía – en el domingo de resurrección de 1431.
Brilló por su ejemplo de oración, penitencia, amor hacia los pobres y una filial devoción a la Virgen María. Su culto religioso se aprobó en 1918.