Fecha de publicación: 10 de abril de 2022

A mediados del s. XV recibió el hábito en el convento de San Marcos de Florencia, siendo prior Antonino de Florencia, por lo que vivió bajo su dirección el tiempo de formación. Un apostolado de fáciles triunfos lo hizo muy audaz y muy inquieto, en esa época de su vida no destacó precisamente por su fervor.

Contra el parecer de Antonino, ya obispo de Florencia, insistió viajar a Sicilia y cuando ya estaba de vuelta fue apresado por unos corsarios y llevado como esclavo a Túnez en 1458. Fue sometido a grandes tormentos y para conseguir la libertad llegó a abjurar de la fe y casarse, pero ni su nueva religión ni su nuevo estado civil le hicieron feliz.

Poco tiempo después algunos mercaderes genoveses le contaron que su maestro san Antonino había muerto empezó a encomendarse a su intercesión y obtuvo la gracia de convertirse. Arrepentido de su apostasía y otros pecados va a confesarse con un sacerdote católico de Túnez y públicamente empieza a hacer penitencia. Volviendo a vestir el hábito dominicano se presentó ante las autoridades para profesar su fe. Fue metido en la cárcel y sometido a tormentos de todas clases.

El jueves santo de 1460, mientras lloraba sus pecados de rodillas ante al verdugo, la multitud impaciente se abalanzó sobre él y fue lapidado y acribillado a puñaladas. Después pasearon su cadáver por las calles.

Su cuerpo fue adquirido por mercaderes genoveses y llevado en 1469 a Rívoli por gestiones de duque Amadeo de Saboya y allí es hasta hoy venerado en la colegiata de Santa María della Stella.