Fecha de publicación: 28 de enero de 2022

La religiosa Olympia Olha Bida nació en 1903 en el pueblo de Tsebliv, distrito de Lviv. A una edad temprana ingresó a la congregación de las Hermanas de San José. En 1938 fue asignada a la ciudad de Khyriv donde se convirtió en superiora de la casa. Después del establecimiento del régimen soviético, ella y otras hermanas sufrieron una serie de ataques contra el convento. A pesar de todo, ella continuó cuidando niños, catequizando y organizando servicios religiosos clandestinos, que muchas veces carecían de la presencia de un sacerdote.

Algunos de sus escritos dan cuenta de la grandeza de su fe, dentro de situaciones tormentosas. Un ejemplo son las palabras que dirige tras ser condenada, a sor Neonylia, su superiora provincial: “Dios Todopoderoso, la Providencia de Dios no permitirá que Sus hijitos perezcan en tierra extraña. Porque Él está con nosotros aquí, en medio de estos bosques y aguas. Él no se olvida de nosotros. Por nuestra fe, por un asunto divino, sufrimos, ¿y qué mejor que esto? Sigámoslo con valentía. No sólo cuando todo está bien, sino incluso cuando los tiempos son amargos, digamos: Gloria a Dios en todo asunto”.

En 1950 fue arrestada por soldados de la NKVD y llevada a un campo de trabajos forzados en Boryslav. Finalmente, fue sentenciada a exilio de por vida en la región siberiana de Tomsk por “actividades antisoviéticas”, fruto de haber asistido a un entierro cristiano. Incluso en el exilio, sor Olimpia trató de cumplir con sus deberes como superiora. Brindó apoyo a sus hermanas. Ella soportó pacientemente condiciones de vida inhumanas.

En Siberia murió de hambre y falta de atención médica el 28 de enero de 1952, a la edad de 49 años. Fue beatificada el 27 de junio del 2001, por Juan Pablo II en Lviv (Ucrania), junto con otros 23 mártires ucranios.