Alejandrina nació en Balasar, provincia de Oporto y Archidiócesis de Braga (Portugal), de constitución robusta empezó a trabajar en el campo desde muy joven, dotada de un temperamento feliz y comunitativo en 1918 vivió un acontecimiento que cambió su vida para siempre.
Cuando tenía catorce años sucedió un hecho decisivo para su vida. Era el Sábado Santo del 1918. Ese día ella, su hermana Deolinda y una muchacha aprendiz realizaban su trabajo de costura, cuando se dieron cuenta de que tres hombres trataban de entrar en su habitación. A pesar de que las puertas estuviesen cerradas, los tres lograron forzarlas y entraron. Alejandrina, para salvar su pureza amenazada, no dudó en tirarse por la ventana desde una altura de cuatro metros, la caída la llevaría progresivamente a quedarse totalmente paralítica.
Del viernes 3 de octubre de 1938 al 24 de marzo de 1942, o sea por 182 veces, vivió cada viernes los sufrimientos de la Pasión. Alejandrina, superando su estado habitual de parálisis, bajaba del lecho y con movimientos y gestos acompañados de angustiosos dolores, reproducía los diversos momentos del Vía Crucis, por tres horas y media.
El 7 de enero de 1955 se le anuncia que éste será el año de su muerte falleciendo el 13 de octubre. Sus restos reposan en la iglesia parroquial de Balasar.