Fecha de publicación: 30 de enero de 2014

No quisiera hablar mucho ahora, porque veréis lo que pasa. Cuando un museo es pequeñito, y hay tres o cuatro obras buenas, uno se lleva un buen sabor de boca; pero cuando uno va a un museo grande, al cabo de un rato termina uno saturado, es decir, al final no se acuerda casi de lo que ha visto.

Hemos hablado antes de cosas muy cruciales, de la vida cristiana, y ahora no quisiera multiplicar las cosas (…). Sólo voy a decir dos cosas nada más.

Una: Qué hay detrás de San Pablo; y a la experiencia de San Pablo nosotros entendemos mucho mejor el significado profundo de los evangelios, es decir, que él nos ha explicado muchas cosas de la vida cristiana con su testimonio y sus Cartas. (…) él hablaba a las comunidades cristianas con los que se había ido encontrando, y fueron los cristianos los que las guardaron como si guardaran un tesoro, y la Iglesia las reconoció como parte del testimonio de los apóstoles acerca de Jesús. Lo mismo que las Cartas de San Juan o el Apocalipsis, el resto de las cartas que hay de los evangelios y de los Hechos de los Apóstoles, que forman una unidad en el Evangelio y que, por tanto, son una parte del Evangelio.

Entonces, damos gracias a Dios porque San Pablo nos hace entender muchas cosas. Por lo menos nos ha hecho entender que Cristo murió por nosotros para que nosotros no vivamos ya para nosotros mismos, sino para Él, que por nosotros murió y resucitó. O la novedad que significa acoger a Cristo cuando Él dice que había divisiones terribles en el mundo antiguo; no somos capaces de imaginárnoslas porque no tienen nada que ver con las que nosotros tenemos, conocemos, en la fe cristiana.

O cuando dice: ya no hay judío ni gentil. (…) No hay ni griego ni bárbaro; los griegos eran los cultos, la gente que tenía la cultura como algo importante, muy satisfechos de su cultura, de sus escritores, de su literatura… y los otros eran los pueblos bárbaros (…).

“Ya no hay esclavo ni libre, ya no hay hombre ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús”. Ahí está expresado de una manera muy sencilla todas las misiones que había tenido (…) y sencillamente quedaron rotas porque Cristo nos ha descubierto a todos que todos estamos hechos para participar de la vida eterna, hemos sido creados para participar de la vida eterna y eso es un tesoro. Damos gracias.

Los escritos de San Pablo nos iluminan qué es lo que significa la Encarnación, qué es lo que significa la enseñanza de Jesús, qué es lo que significa su muerte y su resurrección. La posibilidad de vivir una vida nueva, netamente nueva que tiene una mirada nueva sobre todas las cosas. En una de sus cartas, (…), dice que los que se casan en este mundo vivan como si no se casaran; que los que hacen negocio es como si no lo hiciesen; que los que lloran, como si no llorasen; porque la figura de este mundo pasa, es decir, las cosas, diríamos, de este mundo de nuevo nos recuerdan que la vida es para Cristo.

¿Eso significa que las cosas no tienen importancia? No, significa que para darles el lugar que les corresponde, pues hace falta que Cristo esté en el centro de la vida. Cuando Cristo está en el centro de la vida, entonces la relación es marido y mujer, padres e hijos, la relación es con los negocios, con la vida de trabajo, con el dinero, la relación es amor y sufrimiento. Es decir, la depresión es un mal de un mundo sin Dios(…). (…)

Nuestra vida está en el cielo, aunque el cielo se nos da ya aquí un poquito: el don de nuestro amor, de nuestra caridad. Claro que se nos da un poco de cielo en esta tierra, con dolores de cuello, con seguridad social, con todo lo que queráis, pero el cielo está aquí, está aquí… está aquí porque somos heridos con un amor que sabemos que no es lo mismo que hay, sino que es un reflejo de ese abismo infinito de amor que es Dios, que nos tiene prometido que sea todo nuestro. Y que ya es todo nuestro misteriosamente cada vez que lo recibimos en la vida, que acogemos sus palabras, o que lo recibimos en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía. (…)

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

Parroquia El Señor de la Expiración, Campotéjar
25 de enero de 2014

Escuchar homilía